feng shui elemento fuego

Feng Shui – Elemento fuego

De nuevo llega el verano y con él la explosión del calor, del cambio, de la nutrición real. Pero el calor excesivo nos abotarga, nos debilita, nos deja atontados y vagos. El calor del fuego debe emplearse para quemar todas aquellas cosas sobrantes, todo aquello que ya no necesitamos para que lo que quede sea realmente útil, ágil, activo, vital y aporte alegría y movimiento ligero. Si nuestra sangre va muy cargada de tóxicos irremediablemente irá más lenta y pesada pero si le quitamos lo que sobra, le aportamos calor y vitalidad, movimiento y acción calorífica, nos permitirá hacer todo aquello que nos propongamos.

Esta es precisamente la propuesta del elemento fuego en Feng shui. Rige aspectos como el honor, el reconocimiento de nuestros logros, las relaciones sentimentales que nos aporten avance espiritual y equilibrio. Este elemento raramente se emplea directamente en este arte debido al peligro que supone; aunque sí que es cierto que aparece en el uso velas y también se adapta y emplea iluminaciones más modernas: las luces eléctricas. Un lugar bien iluminado es indispensable para aumentar la autoestima, aportar claridad, éxito y valor intrínseco a una familia, un trabajo, etc.

Sin embargo no son los únicos materiales: las plantas punzantes tales como las rosas naturales a las que no se han quitado las espinas, cactus, las rosas del desierto (yeso de minas que reciben aire caliente del exterior), un aparato eléctrico –especialmente un calefactor aunque la televisión o una radio también pueden servir perfectamente- etc., pueden servir como representantes de este elemento. Su presencia ayuda a evitar desastres como murmuraciones (elemento fuego hacia el exterior en mal estado), vergüenza (elemento fuego hacia uno mismo con atasco) o inmovilismos por rechazar todas las opciones posibles (negatividad inmovilista).

Es necesario comprobar cómo quedan el resto de los elementos antes de añadir por ejemplo la escala cromática o la fuerza de la música. Lógicamente el color más indicado es el rojo, pero es un color que está mal visto en muchos ambientes y mucha gente lo rechaza por recordarle a la sangre. La gama de los naranjas y los rosas también es valorable pero recordando siempre no saturar de fuego una habitación por lo que las fuentes de luz -ventanas, luces artificiales, elementos decorativos fosforescentes deben iluminar y aportar luz para evitar rincones oscuros. Evidentemente una chimenea francesa (que se enciende) en un salón representa y refuerza este elemento pero debemos prestar especial atención a las esquinas oscuras que puedan quedar y que “empeoran” el fuego de la estancia.

Las telas cálidas como los terciopelos también ayudan a combinar los elementos entre sí ya que podemos jugar con su textura (fuego), y los colores (en función de
cada uno pertenecerán a un elemento u otro tal y como hemos comentado en otras ocasiones). Habitualmente hemos hablado del orden como base para el Feng Shui, pero en el caso del fuego más que el desorden lo que impide su evolución es la falta de cambios: es en este elemento como en ningún otro donde vemos la necesidad de cambiar cosas de sitio: las tiendas de ropa, de decoración, de viajes o de cualquier otro producto, saben que debe cambiar constantemente sus expositores y la ubicación de sus productos para mejorar las ventas. Esto que hacemos inconscientemente se recoge en Feng Shui como una forma de “quemar” energías viejas provocando movimiento y cambios; es imagen de renovación de stocks, posibilidades nuevas, avance, variedad, acción de presente continuo sin pausa (pero sin prisa, no vayamos a cambiar tanto las cosas de sitio que al final mareemos a los demás y nosotros no sepamos dónde lo hemos colocado).

Todos estos cambios tienen más influencia en verano que en cualquier otra fecha por lo que es importante buscar un hueco en la agenda para “recolocar” el lugar pero con lógica: de la misma forma que no encendemos la chimenea francesa cuando fuera hay 50ºC a la sombra usemos la lógica para hacer esos cambios dentro de una coherencia con lo necesario y con el resto de los elementos.

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