piel

Cómo cuidar la piel de forma natural y saludable

El estado de la piel tiene una relación directa con la alimentación y con el ejercicio físico. Entre las  necesidades orgánicas de la piel figuran las proteínas, las grasas, los minerales, el agua y las vitaminas, sobre todo las A, C, D, E y las del grupo B. Una alimentación equilibrada y variada es esencial para mantener la piel sana y bella.

Los alimentos ricos en antioxidantes, presentes en la mayoría de alimentos vegetales (melón, fresas, tomate, kiwi, aceites de germen de cereales, frutos secos, zanahorias, espinacas, calabaza, etc), nos protegen frente a los radicales libres, causantes de procesos de envejecimiento.

La piel como cualquier otra parte del cuerpo necesita agua para mantenerse hidratada. Este ingrediente esencial en nuestro organismo, forma parte de su salud y su buena apariencia. El agua representa entre un 70 y un 80 % de la composición química de nuestra piel.

Por este motivo, es recomendable beber dos litros diarios de agua para mantener la piel hidratada. El ejercicio físico estimula la circulación de la sangre por la aceleración del ritmo cardíaco, aporta a las células dérmicas los nutrientes y el oxígeno que necesitan. Además, la transpiración que se produce con el ejercicio físico ayuda a la limpieza de los poros. El estado de la piel depende de factores externos e internos. Entre los factores externos se encuentra el clima, las influencias ambientales, los cosméticos que se aplican sobre ella, la exposición a las radiaciones ultravioletas, la toma de medicamentos, etc. Entre los factores internos podemos citar: la predisposición genética, el envejecimiento cutáneo biológico, influencias hormonales y determinadas enfermedades dermatológicas.

Si decidimos exponernos a las radiaciones solares, es imprescindible cuidar nuestra piel con protectores solares adecuados a ella y al tiempo de exposición, ya que la exposición a estos rayos es una de las causas del envejecimiento cutáneo.

FUNCIONES DE LA PIEL

La piel es un tejido que recubre la totalidad del cuerpo humano, se encarga de protegerlo y constituye cerca del 10% del peso corporal. La piel forma una barrera protectora que controla la pérdida de agua, regula la temperatura corporal a través de la transpiración y nos protege de los rayos solares y de las bacterias del medio ambiente.

La presencia de células nerviosas en nuestra piel, nos permite percibir sensaciones de frío, calor, humedad y dolor.

CAPAS DE LA PIEL

La piel está constituida de tres capas sucesivas. Estas son: la epidermis, la dermis y la hipodermis. La epidermis es la capa más externa. Está constituida por cuatro capas de células, que se descaman y se renuevan constantemente.

La capa superficial es la capa córnea que está formada por células planas, que contienen queratina y se eliminan continuamente por descamación. El espesor de la capa córnea varía en función de la zona del cuerpo siendo mayor en la palma de las manos y en la planta de los pies.

La capa más profunda de la epidermis, constituida por células germinativas asegura la renovación continua de la capa córnea. Se requiere entre cuatro y seis semanas para que la epidermis se renueve en su totalidad. En la epidermis, también se encuentran unas células llamadas melanocitos, que son los responsables de la síntesis de melanina, cuya función es proteger la piel frente a las radiaciones solares. El color de la piel viene determinado por el número y tamaño de los gránulos de melanina sintetizados por los melanocitos.

Por debajo de la epidermis se encuentra la dermis, que está formada por vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas y tejido conjuntivo. La dermis es el tejido de sostén de la piel. Sus células principales son los fibroblastos, encargados de la elaboración de fibras de colágeno y elastina.

Las fibras de colágeno proporcionan firmeza y elasticidad a los tejidos. Las fibras de elastina le dan a la piel su elasticidad. En personas mayores, parte de las fibras de elastina desaparecen, y como consecuencia la piel se vuelve más rígida.

En la dermis también se hallan las glándulas sebáceas. Estas, segregan en la epidermis un aceite denominado sebo que lubrica la piel y el cabello. Las glándulas sebáceas se hallan principalmente en el cuero cabelludo, la piel del rostro, en la parte superior de la espalda, en los hombros y en el pecho. Durante la adolescencia, las hormonas estimulan las glándulas sebáceas para que produzcan más sebo, produciéndose en ocasiones acné cuando los poros se tapan por exceso de sebo y de células muertas. Con la edad, estas glándulas disminuyen la producción de sebo, lo que contribuye a la sequedad de la piel.

La hipodermis, está situada por debajo de la dermis. Esta, está formada por tejido conjuntivo,  glándulas sudoríparas, vasos sanguíneos y células llamadas adipocitos, que almacenan grasa.La distribución de los adipocitos es diferente en mujeres y hombres. En las mujeres, los adipocitos predominan en la zona de los glúteos y en la zona de los muslos. En cambio, en los hombres se hallan principalmente en la zona abdominal.

CÓMO CUIDAR LA PIEL DE FORMA NATURAL Y SALUDABLE

Para mantener la piel saludable, y por consiguiente radiante y bonita, se requiere que apliquemos los tratamientos más adecuados. Para ello, es fundamental reconocer cuál es nuestro tipo de piel: normal, seca, grasa, mixta o sensible.

La piel normal es de apariencia suave y aterciopelada. Se caracteriza por tener poros diminutos y cerrados. Su estado se debe a la buena circulación sanguínea y al correcto funcionamiento de las glándulas sebáceas y sudoríparas. Esta piel es más común entre niños y personas muy jóvenes.

Este tipo de piel también se debe cuidar porque con el paso del tiempo tiende a resecarse y aparecen arrugas. Su cuidado requiere la aplicación de cremas hidratantes destinadas a pieles normales para evitar un posible resecamiento debido a los factores atmosféricos.

La piel seca es aspera al tacto, de fácil descamación y se irrita con facilidad. En ella, se pueden observar los poros pequeños debido a que su película hidratante natural (Natural Moisturizing Factor) es insuficiente, y por consiguiente presenta la problemática de no tener la capacidad de retención de agua adecuada.

El objetivo principal de su cuidado es devolver a la piel su grado de hidratación y de grasa perdida para que se equilibre y recupere su elasticidad. Es conveniente evitar los jabones y las exposiciones al frío y al viento. Se recomienda un tratamiento de exfoliación para quitar las escamas córneas que suele tener las pieles secas. Usar limpiadores que contengan aceites vegetales o productos grasos ayudará a suavizar el cutis y a impedir su envejecimiento temprano.

Una de las principales recomendaciones es el consumo abundante de agua para proteger este tipo de piel. La utilización de aceites vegetales de primera presión en frío, ricos en ácidos grasos esenciales principalmente el ácido linoleico y el ácido linolénico se ha demostrado eficaz en el tratamiento de las pieles secas como regenerantes de su función barrera. Estos ácidos grasos se encuentran en aceites vegetales como: el de argan, rosa mosqueta, germen de trigo, borraja, onagra, etc.

Principios activos extraídos de las plantas: aloe vera, pepino, malva, avena, aguacate, hibiscus, etc incorporados en formulaciones cosméticas, tienen la capacidad de regular el contenido de agua de la piel.

La piel grasa se caracteriza por presentar una apariencia gruesa y brillante, debido a la dilatación de los poros y a su producción irregular de sebo. Tiene mayor tendencia a la aparición de granitos, espinillas y puntos negros. Estos últimos consisten en la propia secreción de la grasa que se ha oxidado por contacto con el exterior. Sin embargo, esta piel no se arruga con facilidad debido a que es más resistente a los agentes externos. Este tipo de pieles se debe tratar con cremas específicas con acción astringente, para regular y normalizar la secreción de sebo y unificar la textura de la piel.

Principios activos extraídos de las plantas: hamamelis, salvia, uva roja, bardana, ortiga, lúpulo, y frutos como: limón, piña, papaya, etc. incorporados en fórmulas cosméticas tienen una acción astringente, que regula el exceso de secreción sebácea.

La piel mixta presenta un aumento de la secreción de grasa en la zona T (frente, nariz y barbilla), mientras que pómulos y mejillas se manifiestan con un poco de sequedad. Asimismo, presenta una cierta tendencia a los puntos negros.

Este tipo de piel se debe cuidar con productos específicos combinados para tratar la hidratación de la piel y la regulación de la secreción de grasa. La piel sensible se caracteriza por su tendencia a padecer irritaciones, rojeces y alergias. Esta sensibilidad se debe al exceso de permeabilidad de su capa córnea y a la fragilidad de los capilares sanguíneos que irrigan el rostro.

Esta piel presenta intolerancia a la mayoría de los principios activos. Se debe prestar especial atención a los ingredientes que contienen los cosméticos para evitar aquellos que pueden ocasionar alguna alergia como pueden ser los perfumes u otras materias primas.

Es recomendable emplear cremas elaboradas con ingredientes específicos para este tipo de pieles. Principios activos extraídos de las plantas: camomila, regaliz, caléndula, enebro etc, incorporados en fórmulas cosméticas tienen unas acciones antiirritantes, o descongestionantes, que ayudan a disminuir las rojeces e irritaciones frecuentes en este tipo de pieles.

CUIDADOS BÁSICOS DE LA PIEL

Para conseguir que la piel tenga una buena apariencia y un aspecto saludable son necesarios una serie de cuidados básicos esenciales, éstos son: limpiar, tonificar, hidratar y nutrir. La limpieza de la piel es fundamental para eliminar el exceso de grasa, bacterias, células muertas e impurezas que se han ido depositando en ella a lo largo del día.

Es de gran importancia utilizar geles y champús de PH neutro con una combinación de ingredientes suave, que proteja el manto hidrolipídico de la piel. Posteriormente se debe proceder a aplicar hidratantes, y productos que nutran la piel como pueden ser aceites ricos en ácidos grasos esenciales.

La limpieza facial debe realizarse por la mañana con una leche limpiadora o toallitas desmaquillantes, para recoger el exceso de grasa segregado mientras se duerme, y por la noche, con los mismos cosméticos de la mañana, para retirar el maquillaje, contaminación e impurezas.

Una vez que la piel esta completamente limpia, se debe aplicar una loción tonificante para eliminar restos de impurezas, cerrar los poros y preparar la piel para la absorción de cremas hidratantes y nutritivas.

Después es conveniente hidratar la piel para evitar su resecamiento y con ello la aparición de arrugas y su envejecimiento prematuro. La hidratación protege la epidermis, evita la evaporación de agua y retiene la humedad de la piel, proporcionando a ésta una textura más suave.

A partir de los 25 años, la piel disminuye su capacidad de regeneración celular, se debilita y pierde flexibilidad. Por ello, es importante conocer como cuidar la piel de forma natural y controlar, entre otras cosas, el aporte de nutrientes y vitaminas para regular la resequedad y evitar la aparición temprana de arrugas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ARTÍCULOS RELACIONADOS

No pierdas de vista estos posts