la alimentación y las emociones

La alimentación y las emociones

Hagámonos una pregunta: ¿Por qué a nivel colectivo las personas utilizamos comida física para paliar nuestros estados emocionales. ¿Que conexión existe?

No tiene sentido, ya que el cuerpo emocional vibra a una frecuencia muy diferente que el cuerpo físico, su alimentación es muy diferente. Nuestro cuerpo emocional, no tiene sistema digestivo, ni dientes, así que no es necesario darle esta clase de comida, ¡no la necesita! Al contrario, es una forma de “tapadera” de “auto-saboteo momentáneo” para no sentir, ni aceptar nuestra realidad.

El alimento ideal para nuestro cuerpo emocional son pensamientos y creencias positivas de nosotros, creadas en momentos de paz y silencio interior. Si deseamos conocer la calidad de nuestros pensamientos, tan solo tenemos que observar cómo nos sentimos. Una mente dirigida y potenciada hacia la luz, el amor, la serenidad, la positividad, tan solo puede generar emociones de estabilidad, sosiego, paz y alegría.

Las teorías de el porqué existe este vínculo, este apego entre la comida física y la emocional pueden ser múltiples. Algunas de ellas: Al momento de nacer, lo primero que se hace a un bebe, es ponerlo directamente al pezón de la madre, para que se empiece a alimentar, y al mismo tiempo sentirse seguro, protegido, arropado. Son nuestros primeros sentimientos de protección, cobijo y seguridad conectados con la comida. Durante los primeros meses, puede que los padres intenten inconscientemente paliar cualquier desasosiego del bebe con comida. Cuando el bebe llora, puede que no quiera comer, que al contrario, se esté quejando porque está demasiado lleno, pesado, con gases, desee ser cambiado de pañal, haya demasiado ruido o mucha luz en la habitación, tenga calor o frío, desee un abrazo de su madre, etc. Pero con muchísima frecuencia se soluciona, dándole el pecho, un biberón ¡o en el peor de los casos poniéndole el chupete!

Así de adultos, también hacemos lo mismo con nosotros. Nos atiborramos de comida, cuando nos encontramos incómodos o desasosegados. No exploramos lo que nos pasa, ¡lo solucionamos con comida!

Vamos creciendo, y muchas veces oímos como los mayores, sean familiares, conocidos, amigos… desean premiar al niño con dulces. “Si te comes esto, te daré postre”, “si te portas bien te comprare un helado…”, “hay que niño tan guapo, quieres un caramelo”… Se festejan momentos especiales con pastelería, dulces… siempre como recompensa emocional para mejorar la forma en que nos sentimos.

Continuamos instruyendo al niño, con la afirmación de que si hace lo que deseamos, si se porta bien, le premiaremos con comida, y normalmente con dulces refinados y chucherías. Crecemos totalmente conectados al alimento físico como base emocional para sentirnos bien internamente. Aunque sabemos muy bien que si existen conflictos emocionales, ¡el pastel de chocolate no lo solucionará!

Así llegamos a adultos habiéndonos comportado bien, hecho lo que la sociedad deseaba de nosotros, sin cuestionarnos ni un segundo lo que realmente nos apasiona y nos hace vibrar. Si no nos sentimos libres de expresar y hacer lo que deseamos, puede que utilicemos la comida para encontrar libertad – comer libremente sin freno –. O puede que en lugar de saciarnos con comida, estamos actuando de la forma opuesta, no dándole al cuerpo físico su comida física, porque nos encontramos mal emocionalmente.

Dejamos de comer, pensando que así, todos nuestros problemas se van a acabar. Como sabemos muy bien, ¡tampoco es la solución! El usar azúcares refinados, nos crea una adicción con altibajos constantes de energía, que nos hacen desear de nuevo estos alimentos. Es como si estuviéramos en una montaña rusa todo el día. ¡Creo que quedaríamos rendidos! También, este consumo excesivo de azúcares refinados, nos daña directamente los órganos situados en nuestro Plexo Solar: especialmente Bazo y Páncreas. Órganos muy emocionales, y que cuando se desequilibran nos crean unas emociones de falta de confianza en nosotros mismos, hipersensibilidad a las influencias exteriores e inseguridad.

Os propongo un EJERCICIO:
¿PODEMOS REFLEXIONAR AHORA MISMO, y observar y escribir en un papel todo lo que hemos comido hoy?, ¿Hemos desayunado, almorzado, puede merendado, y estemos a punto de cenar, puede?

Toda esta lista de alimentos, son para nuestro CUERPO FÍSICO, el que tiene sistema digestivo para digerirlo. ¡Acordaros que el cuerpo emocional no tiene dientes! ¿Qué comida le hemos dado a nuestro CUERPO EMOCIONAL Y MENTAL hoy? Podemos de nuevo escribirlo en un papel. No hablamos de tostadas con mermelada, una paella o ensalada. Hablamos de alimentación con una vibración mucho mas sutil, alimentos como un abrazo, el decir “te quiero” a alguien, el mirar a los ojos de un niño, el oler una flor, el observar el cielo… alimentos que nos hacen vibrar hasta lo mas profundo de nuestro Ser. Alimentos que nos ayudan a conectarnos hacia nuestro interior, a sentirnos satisfechos, nutridos espiritualmente. Esta es la verdadera y única nutrición para nuestro cuerpo emocional y mental.

 

LA ARMADURA Y LA EVASIÓN

Hay otra causa por la que utilizamos “comida física” en lugar de enfrentarnos a nuestros sentimientos y que merece ser presentada de forma especial. Muchas veces puede incluso que se haga de forma totalmente inconsciente o automática, pero esta muy claro que , sin saberlo, utilizamos el efecto y la reacción de lo que vamos a comer o beber como tapadera emocional.

ENERGIA EXTREMA YANG, con efectos de: ACUMULAR, ACAPARAR, CERRAR, CONDENSAR, ENGORDAR, generar CALOR interior y TENSION EN EXTREMO. También de formar a nivel energético una ARMADURA-CORAZA-PROTECCIÓN entre nosotros y nuestro exterior. Todas las grasas saturadas de carnes, embutidos, jamón, aves, huevos, quesos secos y curados, horneados de harina, excesos de galletas y pan, sal cruda o exceso de alimentos salados, nos generan una coraza de aislamiento. Puede que algunos lo consideren protección, pero ¿de qué nos tenemos que proteger? ¿Para que necesitamos un caparazón?

Puede que para protegernos de los demás, de situaciones exteriores que sentimos nos afectan demasiado, y decidimos comer en exceso estos alimentos, produciéndonos puede, un peso excesivo, una protección física de peso, para no sentir el dolor que puede nos produjeran estas situaciones o personas conflictivas.

O para no atraer la atención, para que la gente no se fije, ¿nos enmascaramos con peso? También un exceso de estos alimentos extremos Yang creará estagnación y acumulación, no solo de peso, pero también de emociones. De apegos al pasado. Haciendo que las energías que fluyen por nuestro canal espiritual no circulen con facilidad. Y nos sintamos estancados en el pasado. Es importante observarnos cada vez que deseamos picar entre comidas y sin hambre, este pedazo de embutido o de queso, o comernos exceso de pan y bollería . Nos podríamos preguntar: ¿Porqué y para qué lo hacemos?

ENERGIA EXTREMA YIN, con efectos de: EXPANDIR, DISPERSAR, EVADIR con reacción y movimiento muy rápido. Todos sabemos muy bien que los extremos YIN, tanto las drogas, como el alcohol, los estimulantes, como los azúcares refinados, chocolate, etc. son sustancias que se utilizan muchas veces para crear estados ilusorios y una realidad ficticia. De nuevo deseamos utilizarlos para evadirnos de la realidad que no nos gusta. Deseamos escondernos durante unos instantes, minutos. Pensamos que utilizando estos extremos huiremos del dolor de algo que no aceptamos de nuestro presente.

Cuando tomamos sustancias extremas YIN, huimos de nuestro presente, para quedarnos en un futuro ilusorio. Nos apegamos a un futuro que existe tan solo en nuestra mente por unos minutos. Así pues, los alimentos también son usados a nivel colectivo para crear corazas de protección o para evadirse de lo que no nos gusta. Es una reacción muy adolescente, el huir de algo que está en nuestra vida para ayudarnos a madurar y aprender. El huir haciéndonos las victimas o el enfrentarnos a ello con agresividad y espíritu de lucha ciega, ¡no nos ayudara a pasar esta asignatura!

 

LOS ARCHIVOS DEL PASADO

Todos tenemos un pasado, por el cual hemos aprendido mucho de la vida. Somos en estos momentos el resultado de este pasado. Podemos verlo como lo que es, un aprendizaje y seguir nuestro camino. O podemos quedarnos encallados dándole más y más vueltas a sucesos que pasaron y ya no podemos cambiar. ¿Por qué nuestra mente, sigue recordando, potenciando e incrementando la energía de sucesos que forman parte de nuestra historia? Y con este masoquismo y modelos de conducta que pasaron en un momento determinado, pretendemos vivir el presente. O puede, incluso juzgar al futuro. Prediciendo lo que ocurrirá si hacemos esto o aquello, porque en un pasado nos ocurrió determinada circunstancia.

Creo que esto es una de las lecciones mas importantes para todos a nivel colectivo. Darnos cuenta de que ahora es otro momento, somos diferentes, es otra circunstancia y su resultado no tiene porque ser el mismo. Tenemos miedo de probar algo nuevo por si nos ocurre lo mismo del pasado. Nos volvemos muy inflexibles y rígidos, juzgando todo y a todos los que pasan por nuestra vida.

Creo que estos modelos de conducta, son debidos a que no hay a nivel general, la habilidad de aclarar, honrar y purificar el pasado. Cuando ocurre cualquier situación, tenemos miedo de comunicarlo a quien sea con respeto y claridad. De entender el porqué ha sucedido tal incidente, y luego, con humildad y amor dejar que se desvanezca. Si digerimos bien lo que nos ocurre en la vida, luego podremos absorber su valor, aprender de la experiencia y finalmente eliminar lo que ya no necesitamos.

La calidad de comunicación entre personas es muy pobre. Cuando hablamos con alguien, no estamos integrando lo que esa persona nos está diciendo, tan solo, nuestra mente ya esta preparando la frase siguiente para rebatir lo expresado. No hay silencio entre frases, para dejar que a nivel energético, el mensaje nos llegue de forma total y con mucha más profundidad que las palabras. Y así, perdemos totalmente el verdadero mensaje de quien desea comunicarse con nosotros. Tenemos prisa, ¡no hay tiempo!

No digerimos lo que recibimos, nos creamos una indigestión. Por lo que nos será imposible el poder absorber algo de la experiencia y aprender lo que la vida nos desea enseñar. Todo se quedará acumulado en nuestra mente. Nos generaremos creencias de la situación falsas, modelos de conducta que tan solo existen en nuestra mente, y con ellos emociones pegajosas, llenas de carga emocional del pasado.

Así, tenemos nuestra oficina interior, con archivos del pasado, que tendrían que airearse, y puede que purificarse muy a menudo. Es curioso que podamos pensar en ayunos para depurar nuestro cuerpo físico, y nunca hablemos de procesos diarios para detoxificar y purificar nuestras emociones. Y entonces su resultado es el que vemos constantemente: cuerpos físicos muy débiles, porque están recibiendo el bombardeo continuo de sustancias tóxicas, que se usan para aplacar o evadirse de emociones estancadas.

Hay que darle a cada cuerpo la calidad de nutrición adecuada. Acordaros que el cuerpo emocional no tiene dientes. ¡Pero SI puede deleitarse con un abrazo o una sonrisa!

2 comentarios en «La alimentación y las emociones»

  1. Muy buen artículo! Realmente la gente en general no le da mucha importancia a la alimentación en su implicación con las emociones, pero es que, como bien decís, lo que comes es lo que eres y una alimentación sana y rica en vitaminas, nutrientes, proteínas… Cuando llevamos un buen equilibro de lo que comemos, directamente nos sentimos más a gusto con nosotros mismos y repletos de energía para poder llevar el día a día más ameno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ARTÍCULOS RELACIONADOS

No pierdas de vista estos posts