la piel tras la menopausia

La piel tras la menopausia

La piel tras la menopausia en general todas las mucosas ven reducida su hidratación por la caída de estrógenos que se produce en esta etapa. Esta sequedad de las mucosas está englobada en un cuadro diagnosticado con el nombre de Síndrome de Sjogren. Entre las molestias generadas se encuentran la sequedad cutánea con el consecuente picor (prurito), ojo seco, sequedad de boca…

Hay una tendencia comúnmente extendida de confundir dos términos que, médicamente, son diferentes. Esta confusión no se da sólo en el lenguaje popular, sino que los propios médicos utilizamos los términos menopausia y climaterio indistintamente. El término climaterio incluye todos los trastornos que concurren en una época de la vida de la mujer en la que, como síntoma destacado, se le retira la menstruación. Es un período que dura unos años (entre 5 y 15 años según los autores) en los que pueden aparecer en mayor o menor medida los siguientes síntomas:

-Disminución de la fertilidad.
-Cambios en el patrón menstrual.
-Síntomas vasomotores.
-Trastornos del sueño.
-Cefalea.
-Alteraciones mentales.
-Alteraciones cutáneas.
-Síntomas vulvovaginales.
-Trastornos relacionados con la función sexual.
-Alteraciones del peso corporal.
-Alteraciones cardiovasculares.
-Alteraciones del sistema músculo esquelético.
-Alteraciones del estado de ánimo.

El término menopausia hace referencia a la retirada definitiva de la menstruación. La confusión de los términos menopausia y climaterio viene dada porque la retirada de la menstruación de manera definitiva es un fenómeno que, en la mayoría de los casos, es difícil de identificar: son muchas las mujeres que tras unos meses sin regla menstrúan algún mes salteado hasta que, definitivamente, ya no menstrúan más: menopausia definitiva. La edad promedio de la menopausia es de 50 años, aunque hay algunas excepciones:

-En los países industrializados se retrasa con un promedio a los 55 años.
-En México el promedio es a los 49 años (Murillo U.A. 1999).
-La menopausia se suele adelantar en el caso de mujeres con tabaquismo (Kaufman D.W. 1980, Willet W. 1983 y Hiatt R.A 1986), sin hijos, desnutridas, vegetarianas (Baird D.D. 1988), mujeres que viven en grandes altitudes y de constitución delgada, de la misma manera que hay factores genéticos que también influyen (De Bruin J.P. 2001). Se considera una menopausia precoz la que se da antes de los 40 años, y una menopausia tardía la que ocurre después de los 55.

Lógicamente, todos los cambios o trastornos que se dan durante el período del climaterio son secundarios a la caída del pico de hormonas sexuales femeninas. Concretamente los estrógenos. Precisamente una de las terapéuticas clásicamente más utilizadas es la medicación hormonal sustitutiva: aportar de manera exógena (en pastillas) las hormonas (estrógenos y progestágenos) que nuestro organismo ya es incapaz de sintetizar. Desde un punto de vista de las terapias naturales, hay una serie de plantas que son ricas en fitoestrógenos (estrógenos de origen vegetal). Entre ellas destaca la archiconocida soja: está enormemente extendida la práctica del consumo de bebidas de soja. Probablemente no sea tan usual el uso del trébol rojo en forma de infusión, pero también supone una fuente muy importante de isoflavonas.

Podríamos considerar una pauta realmente interesante como fuente suplementaria de hormonas vegetales el consumo diario de bebidas de soja y de infusiones de trébol rojo. Si este hábito lo complementamos con el aporte puntual de otras plantas también ricas en estrógenos vegetales como son el lúpulo, el fenogreco, la salvia, la alfalfa… ¡Mucho mejor!

En este punto vendría a colación hacer un apunte acerca de la maca. Clásicamente se ha considerado una planta con propiedades “afrodisiacas”. La maca es muy rica en vitaminas y minerales, aportando gran vitalidad a sus consumidores. En el contexto del climaterio la maca aporta mucho calcio (unos 200 mgrs de calcio por cada gramo de maca), lo cual es ideal para prevenir la osteoporosis, y mucho zinc (más adelante veremos la importancia de este mineral).

Las personas que están o han estado en la fase del climaterio seguro que han tenido la experiencia de ir a su médico con algún o algunos incómodos síntomas, y el
profesional médico le ha restado importancia aludiendo al origen “menopaúsico” de los mismos. Es cierto que las alteraciones relacionadas con el climaterio, en principio, no son graves. Es decir, la vida de la paciente no corre peligro. Pero no nos engañemos: son realmente incómodas, hasta el punto de que pueden condicionar severamente la calidad de vida de la paciente. Este cuadro de no gravedad pero importante malestar es una de las situaciones en las que las terapias naturales se pueden considerar el recurso de primera elección.

De entre los signos y síntomas que pueden aparecer en el período del climaterio, nos centraremos en los que afectan a la piel y a las mucosas. Antiguamente cuando una mujer era infértil se decía que estaba “seca”, aludiendo a la incapacidad de su vientre de que creciera algo. Esta expresión refleja literalmente lo que ocurre con la piel y las mucosas con la caída de los estrógenos después de la menopausia: se “secan”. De ahí derivan una serie de molestias como es la sequedad cutánea con el consecuente picor (prurito), ojo seco, sequedad de boca… A veces la sequedad de mucosas está englobada en un cuadro diagnosticado con mucha frecuencia en esta época de la vida que se denomina Síndrome de Sjogren.

A nivel íntimo hay manifestaciones cutáneo mucosas que condicionan de manera manifiesta la vida cotidiana de las pacientes. Así el prurito vulvar (picor de la vulva) es un síntoma muy incómodo que puede resultar realmente molesto. De la misma manera, la sequedad vaginal puede terminar por ocasionar relaciones sexuales dolorosas (dispareunia es el término médico que describe este síntoma). Por todo ello es fundamental minimizar estas molestias con una serie de medidas muy sencillas, pero muy eficaces. Una de las primeras acciones que se deben llevar a cabo, y es evidente a todas luces, es la de realizar una adecuada hidratación. Deberíamos beber una media de 2 litros de agua al día. Todas las células de nuestro cuerpo, en su capa externa (membrana celular) tienen altísimos contenidos de ácidos grasos esenciales (omega 3 y omega 6). Por eso, en las partes del organismo donde las células se recambian constantemente (piel y mucosas) se necesitan grandes cantidades de dichos ácidos grasos. Desde la alimentación el aporte de esas sustancias se realiza a través de la ingesta de aceites de girasol, de sésamo, de semilla de onagra, de soja y del huevo (los ácidos grasos omega 6) y de salmón, atún, sardinas y moluscos (los ácidos grasos omega 3).

Además del consumo habitual de estos alimentos, los requerimientos adicionales de ácidos grasos durante el climaterio hacen recomendable el uso de suplementos que nos aporten una dosis extra de los mismos. Todo este recambio celular se da con la intermediación del zinc (lo vimos anteriormente). Por lo tanto la presencia de este mineral se hace fundamental ya que regula la liberación hormonal y agiliza la síntesis de nuevas células en piel y mucosas. Así deberíamos suplementarnos con zinc, además de comer alimentos como la calabaza y sus semilla, el sésamo y sus semillas, la carne de vaca y… ¡el chocolate!

Un último apunte para finalizar: hay que exponerse moderadamente al sol, ya que la vitamina D (fundamental para prevenir y mejorar la osteoporosis) necesita de la luz del astro rey para pasar a su forma activa. Lógicamente esta exposición solar ha de ser controlada y, tras la exposición, rehidratar la piel con leches corporales sin ningún aditivo químico, con aceites (de argán preferiblemente)…

Para concluir diremos que llevando una dieta variada, una hidratación adecuada, un ejercicio moderado en ambiente exterior y algo de suplementación y dermocosmética, podremos encarar un climaterio con enormes garantías de que se convierta en una época de plenitud y esplendor.

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