Hablar de la educación y conocimiento es un tema que podría llevar páginas, libros, bibliotecas, días, meses, años, siglos de discusión, análisis, debates… Resumir en unas pocas líneas la idea central -no de una hipótesis, una teoría, una creencia- sino de “un concepto” que ha sido y es base de todo un proceso de Crecimiento Interior y Espiritual Universal y Atemporal, es algo que es fácil cuando quien recibe está dentro de esa vía de conocimiento, pero casi imposible cuando el que recibe está fuera de él.
Vivimos una época en la que se ha fomentado el afán de conocimiento, entendiendo por esto el conjunto de información que nos llega a través de los sentidos físicos; vista, olfato, gusto, tacto y oído. Información es ese conjunto de datos que elaboramos a través de la mente, del proceso intelectual, y que tiene un componente lógico.
En este tiempo los humanos hemos desarrollado infinidad de conocimientos sobre las distintas materias, unas concretas y tangibles, y otras más abstractas como las matemáticas, pero todas basadas en un proceso lógico, en una metodología. En tiempos más recientes, el hombre se ha encontrado con fenómenos que escapan a la explicación lógica y que no responden al método científico para poderlos reproducir; los fenómenos paranormales, la física cuántica, la curación espontánea… Aún así, se buscan explicaciones con las cuales encajar esos fenómenos dentro de la percepción y entendimiento racional.
A lo largo de la historia han existido dos corrientes; la racionalista, materialista, empírica, por un lado, y por otro la espiritualista, idealista y hasta fantástica. Ambas han luchado, debatido y enfrentado continuamente, dando lugar a posturas radicales, intransigentes, dogmáticas y fanáticas por ambos lados.
Un consenso aceptado por ambas partes es que a pesar del gran conocimiento existente, seguimos siendo ignorantes de casi todo, en cualquier área es más lo que se desconoce que lo que se conoce, reconocemos la limitación de nuestros medios, de nuestros sentidos, de la razón, del intelecto, empezamos a vislumbrar que hay una parte de esa Realidad a la que no podemos llegar con los medios utilizados hasta ahora y que muchos conocimientos avanzados empiezan a coincidir con lo expresado por poetas, mitos, leyendas y tradiciones culturales muy antiguas, a pesar de que éstos aparentemente no tenían los conocimientos actuales.
Por otro lado es difícil negar la necesidad de un conocimiento “objetivo“ que nos permita distinguir lo más real. Nos movemos en un mundo físico, tangible para los sentidos, con necesidades materiales, rodeados de información que se manipula, se tergiversa muchas veces de forma intencionada para manipular, someter, explotar y dominar unas personas a otras. La Verdad os hará libres, es algo que en el mundo de lo tangible debemos también practicar.
Recibimos multitud de información, mucha se transmite por medios de comunicación masivos, sin saber qué nos dicen, quién está detrás de esa información, qué intenciones e intereses tiene esa información. Información y datos recibidos desde la niñez, desde el nacimiento, a lo largo de toda la vida, que vienen a conformar nuestra estructura mental, nuestra forma de pensar, de creer, y al final de actuar y de sentir. Se nos transmite infinidad de información desde la niñez, sin sentido crítico, como historias que se dan por ciertas y que al final terminamos creyendo así por tradición, por pereza, o por miedo a cuestionar lo establecido.
Así ocurre con todos nuestros conceptos sobre la religión, sobre la política, sobre la economía, sobre la sociedad, sobre la salud, sobre la historia, sobre nuestros objetivos y sobre todo sobre nosotros mismos. Ideas, conceptos aceptados, que nos moldean, que nos homogenizan, nos igualan cada vez más, no solo con nuestros hermanos o vecinos, sino con los habitantes de cualquier parte del planeta.
Lo más trágico es que ese proceso de homogenización no tiende a la felicidad individual, al bienestar de la sociedad, ni al respeto por lo que nos rodea, sino que la tiende a lo contrario: desdicha, represión, condicionamientos, competencia, conflictos… La importancia del Conocimiento, objetivo para saber, solucionar, para decidir, para ser uno mismo, es prioritario.
Saber seleccionar el Conocimiento, saber elegir la información, no es fácil, sobre todo cuando se tiene tanta información y cuando el que tiene que elegir está condicionado por el propio conocimiento. No es posible ver si las lentes están sucias, o si están teñidas de ciertos colores, veremos siempre el mundo de acuerdo a esos colores, a esa suciedad. Gris, negro, rosa, feo…
El mundo, las cosas, nosotros mismos, no deben ser de acuerdo a esos colores de las lentes, sino a cómo son en realidad, y para ello debemos limpiar esas lentes. Dice la física cuántica que el objeto observado es modificado por el observador. ¡Tantos años de estudio para darnos cuenta de esto tan sencillo!
No podemos seguir llenando el vaso de conocimientos, pues al final se rebosa, se pierde. Para poder recibir un conocimiento nuevo, debemos vaciar primero el vaso. Tenemos que limpiar la lente, tenemos que vaciar el vaso, y tenemos que tener en cuenta al observador. Tener en cuenta al observador significa conocerlo y esto es algo que generalmente no se hace ni se ha hecho. Si el conocimiento empieza en los primeros años, en la escuela, esta debería ser la asignatura principal: el Conocimiento de uno mismo.
A su vez esta asignatura debería ser enseñada, o guiada, por alguien que haya realizado ese proceso. Conocer qué somos, cómo funcionamos, cómo nos expresamos física, mental, emocionalmente, orgánicamente. Saber qué se expresa en nosotros, por qué se expresa en nosotros, conocer nuestras reacciones, nos permitiría tener un mayor control de lo que somos, nos permitiría saber qué pensamos, qué sentimos, por qué pensamos, lo que pensamos, por qué sentimos lo que sentimos.
Por qué deseamos, por qué tememos, el por qué de nuestra conducta, sabríamos por qué nos pasa lo que nos pasa, tendríamos un mayor control de nosotros mismos y de nuestras circunstancias. Seríamos dueños de nosotros y no víctimas de toda la información que nos llega.
En la medida que fueramos más objetivos, en la medida en la que el observador es más imparcial, el objeto a percibir se mostraría de una forma más real. La mayoría de los grandes descubrimientos tanto en física, matemáticas, química, o cualquier otra área del saber se han producido cuando el sujeto se ha quedado al margen del deseo de conocer, en un momento de intuición, en un sueño o en cualquier otro estado de conciencia ha florecido una idea, una inspiración, una solución. Es en ese momento en el que ha podido entrar algo nuevo, algo original, algo novedoso, imposible en un estado de saturación informativa, de pensamientos o de uno mismo.
Vaciarse es una clave que nos han transmitido, pero no hacemos sino lo contrario. Se nos olvida vonocer lo más cercano de nosotros -que somos Nosotros- fascinados por todo lo que está a nuestro alrededor. Poner en práctica lo que se escribió en los templos ”conócete a ti mismo y conocerás el universo” es hoy día más importante que nunca.
Desarrollar la inteligencia intelectual es importante, desarrollar la inteligencia emocional se está descubriendo que es más importante, pero desarrollar la inteligencia de la Conciencia lo es aún más. Sin desdeñar, sin despreciar, sin suplantar, sin negar lo que somos, lo que tenemos, desarrollando las cualidades y potencialidades conocidas y las que nos toque descubrir.
Planteando y desarrollando una nueva Cultura, un nuevo Conocimiento, una nueva Educación, basada en el ser, no en el tener, en la cooperación no en la competencia, en el conocimiento de las personas y no sólo de los objetos, en el conocimiento de mí para poder conocer al otro. En la experiencia y no en la teoría, en el respeto y no en el desprecio, en la vida y no en la muerte, en la alegría y no en el dolor y el sufrimiento, en la belleza y no en la fealdad, en la justicia, en el amor para el desarrollo de todas las cualidades.
Una educación no alejada de la naturaleza. Una educación que tenga como finalidad hacer un mundo mejor.