Hola amigos y bienvenidos a nuestro teatro de la vida. Pasad sin miedo, no os pongáis nerviosos, no vamos a sacaros al escenario sin vuestro consentimiento, si es eso lo que os atemoriza. Nuestro personaje de hoy al abrirse el telón, es un poco miedoso pero con unas características un tanto especiales. Lo vemos caminando hacia el hospital con bastante inseguridad, pensando que esos dolorcilllos que tiene seguramente sean un cáncer o algo similar… Porque ya le han dicho que no es nada, pero seguro que no le han explicado todo para no alarmarle.
Claro que tiene miedo. Acaba de cruzarse con un perro enorme (más bien mediano pero a sus ojos es grande), y seguro que como mínimo le ladra porque de todos es sabido que los perros huelen el miedo. Tampoco lo pasa bien cuando oye pasos que se acercan: ¡a ver si va a ser un ladrón! O igual le quieren atracar en el próximo callejón: ¡claro, al abrigo de la oscuridad!
Y a él la oscuridad le produce una ansiedad… que incluso le impide respirar. Igual que cuando coge el coche en ciudades grandes o en rondas de ciudades importantes: se ahoga, se marea, le entran sudores fríos y malamente y de cualquier forma tiene que apartar el vehículo…¡no puede remediarlo! Por eso necesita ayuda. Ese miedo va a acabar con él y con sus riñones como siga así. Es importante entender que el cuerpo y las emociones van de la mano y en este caso que ataca nuestra supervivencia, nuestros miedos más primarios, más todavía.
Por eso hay que distinguir correctamente lo que es mímulo del álamo temblón, el heliantemo o el castaño rojo. Cuando esa preocupación es por los seres queridos, cuando la angustia es a que le pase algo a uno de los suyos estamos hablando de Castaño Rojo. Sin embargo cuando el miedo es inmovilizante (bien porque nos deja clavados en el sitio o porque directamente dejamos de hacer cosas por su culpa), ya estamos hablando de Heliantemo. El miedo inconcreto, sin poder definir claramente, es Álamo Temblón. Esos miedos cada vez le hacen salir más tenso a la calle, planteándose que igual enferma o pierde el trabajo y su situación económica se hunde. Son miedos concretos, cada vez en abanico más amplio.
Y por fin se para. Los pasos siguen su camino, el callejón oscuro no parece tan amenazante y se dirige hacia el coche para conducir por la gran ciudad con otro ánimo. Nos hemos perdido su toma de Mímulo, una flor amarilla no muy grande, amante de lugares húmedos que en forma de elixir aporta valor, fuerza, vitalidad y energía para poder enfocar nuestras fobias, timidez y angustia, de forma totalmente diferente a la habitual. Cuatro gotas varias veces al día pueden suponer un gran cambio en nuestros problemas, tanto a su enfoque como a su realidad, porque nos supondrá ver el perro del tamaño normal, el callejón como un trozo más de calle, los pasos como el recordatorio de que caminamos por un mundo de todos, y que dolencias las hay de todos los tipos y baremos. Y si bien algunas son mortales es un trámite que no debe asustarnos, porque a fin y al cabo lo vamos a hacer, así que puestos a morirnos lo mejor es hacerlo bien, sin miedos ni prisas ni angustias, y esta flor es nuestra aliada. Hasta la próxima.