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Gestalt para la vida

Las personas que se acercan al enfoque gestáltico buscando información psicológica, encuentran apenas eso. Los que buscan sus técnicas, obtienen solamente algunos recursos. Sin embargo, hay un tesoro al alcance de todos cuando las experiencias gestálticas son modificadoras de la conciencia existencial. Esto es lo que la Gestalt puede aportarnos a nuestra vida cotidiana: Una forma de estar en el mundo, una forma de vivir y una manera de contactarnos, con los otros y con nosotros mismos.

Predominantemente la conciencia de existencia es mental. Nos pensamos a nosotros mismos, nos armamos historias acerca de nosotros y del mundo, creemos esas historias y así generamos infinitos sentimientos inventados por nuestras fantasías. Es decir, no estamos en contacto experiencial con la vida sino con un filtro mental de las experiencias que tiñen la lectura que hacemos de esas experiencias. Es decir: pensamos… pensamos… reflexionamos sobre nuestros pensamientos… y nos creemos que todo eso es la vida.

La propuesta gestáltica está ligada a la sensorialidad. A la captación perceptiva del mundo y la resonancia con nuestra respuesta. La prevalencia del sentir sobre el pensar es para aumentar el registro de nuestras necesidades y la captación del vínculo con los otros. La presencia en cada momento de la vida está interferida por miles de pensamientos que llueven como meteoritos. El aprendizaje que propone la Gestalt es la mirada fenomenológica, en la que dejamos de lado nuestros supuestos y nos contactamos con lo más obvio de la situación, nos sumergimos en la experiencia permitiendo que fluyan los sentimientos y confiamos en la respuesta que surja de nosotros, dentro de ese campo.

La importancia del pensamiento está ligada a la reflexión, la organización, la programación, la integración cognitiva y la comprensión de los valores de nuestra vida. Abarca también nuestra existencia cuando integra nuestras vivencias en el plano de la conciencia. No podríamos prescindir de nuestra capacidad simbólica. Sin embargo, es un estorbo cuando reemplaza a la vivencia. Es decir, cuando vivimos las consecuencias de nuestros imaginarios en vez de vivir la vida en términos experienciales. La propuesta del enfoque gestáltico nos arroja a una aventura con el otro. Nos llama a salir de nuestras burbujas individualistas y comprender nuestras interacciones. Nos estamos influyendo mutuamente en cada vínculo y nuestras respuestas individuales están influidas por el vínculo con el otro. Es más, están dentro de un campo de interacciones, emociones, energías, historias, etc. A medida que somos más conscientes de este campo en común, que creamos en cada encuentro, podemos crecer junto con el otro nutriéndonos mutuamente.

La Gestalt nos propone una vida apasionada, sensible al amor y abierta al dolor. Quedarnos en la tristeza, cuando aparezca en nuestras vidas y confrontar en el conflicto, cuando sea necesario. Es la propuesta de estar vivo en cada instante, sin renunciar a cada momento. No se trata de una vida rosa sin conflictos ni una forma de vivir más allá de los problemas, desapegada del sentir. Sino de una vida encarnada en nuestro cuerpo, nuestras necesidades y el contacto con los otros, vivida intensamente.

Las herramientas que nos ofrece la Gestalt son: La presencia, el darse cuenta y la responsabilidad… ¿Qué más? Estamos presentes, atentos a lo que está sucediendo dentro nuestro o en nuestro entorno; lo que necesito y lo que percibo me pone en contacto real con el mundo cercano. Mi respuesta a ese mundo es la mayor de mis potencias. En ella pongo mi creatividad, mis renuncias y elecciones. Me adueño de mi destino. Acierto y me equivoco. Siempre aprendo. La Gestalt es definitivamente para la vida. Para estar más presentes, soltando el pasado y arriesgándonos a ser distintos hoy. Nos invita a soltar nuestras expectativas del futuro y pisar sobre las experiencias del ahora. Podemos proyectarnos, planear y organizarnos; sin duda. Lo que no sabemos es si todo esto se cumplirá. Por ello, los proyectos son probables y no ataduras exigentes. Los caminos que ofrece la Gestalt para explorarnos van desde el teatro hasta los recursos artísticos. Desde el trabajo de los sueños hasta los trabajos corporales. Hacemos experiencias de contacto entre las personas, jugamos, armamos escenas teatrales que representan el conflicto o profundizamos con técnicas psicológicas para resolver conflictos o sanar heridas.

La Gestalt no es un fin en sí misma. Es un camino. Es la posibilidad de encarnarnos en una vida con todo nuestro ser. La Gestalt es… simplemente para la vida.

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