Se denomina Síndrome Metabólico, Síndrome X o Síndrome de resistencia a la Insulina, al conjunto de alteraciones metabólicas y cardiovasculares que aumentan las posibilidades de sufrir enfermedades cardíacas o vasculares ligadas a una hiperlipidemia y/o Diabetes. Recordemos que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en adultos en los países desarrollados donde su incidencia ronda el 20% de la población, llegando al 44% a partir de los 50 años. Se define un criterio práctico por el cual si concurren 3 o más de los los factores descritos en el cuadro (1) que aparece en la parte superior de la página, existe Síndrome Metabólico con riesgo de desarrollar Diabetes de tipo 2 o no Insulinodependiente, cardiopatía coronaria, ataques cardíacos o apoplejías.
En otras palabras, si de este listado nosotros contestamos afirmativamente en tres de los apartados, tenemos un serio riesgo de padecer un infarto u otra enfermedad cardiovascular que pueden ocasionarnos la muerte o limitarnos notablemente nuestra calidad de vida. Obviamente vamos a tener que tomar medidas para paliar este riesgo, y serán de dos tipos:
Modificar nuestros hábitos de vida: destacamos el perder peso, hacer ejercicio de forma regular y de acuerdo con las posibilidades físicas de cada persona, dejar de fumar y reducir la ingesta de grasas de la dieta, especialmente las saturadas. En otras palabras, llevar una vida sana disminuyendo la ingesta de calorías y aumentando la calidad de los nutrientes, prestando especial atención a aumentar la fibra y los alimentos de origen vegetal. Tratamiento con complementos alimenticios: pueden estar destinados a contribuir en la pérdida de peso, controlar la hiperglucemia, disminuir la dislipidemia disminuyendo los triglicéridos y las tasas de colesterol LDL y aumentado las de HDL, y controlar la tensión arterial.
Factores de Riesgo
Antes de proponer alternativas naturales para tratar estos aspectos, analicemos brevemente los principales factores de riesgo. El Colesterol junto a los Triglicéridos, las Lipoproteinas y las Fosfoproteínas son los componentes básicos de las grasas. El Colesterol es específico del reino animal, y tiene como principales misiones en el organismo formar parte estructural de las membranas celulares, es precursor de la Vitamina D, de diversas hormonas como los Estrógenos, la Testosterona y los Corticoesteroides, de las sales biliares que intervienen en los procesos digestivos y también de facilitar las conexiones entre las neuronas facilitando así los procesos cognitivos. Para desplazarse el Colesterol y los Triglicéridos a través del torrente sanguíneo, se unen a Lipoproteinas. Los efectos vasculares del colesterol y de los triglicéridos dependen en gran modo de estas lipoproteínas.
Así, las Lipoproteínas de Baja Densidad o LDL (del inglés “Low” , bajo) , son el llamado colesterol “malo”, y aunque en principio es inofensivo, si se expone a un proceso de oxidación, interactúa con el endotelio arterial produciendo una respuesta inflamatoria que puede ser muy perjudicial, ya que obstruye los vasos sanguíneos por la propia respuesta inmunológica y puede formar coágulos que se desprenden y logran obturar otros vasos, siendo esta la causa de infartos por falta de riego sanguíneo en cualquier órgano, aunque los más graves son en el corazón o el cerebro. Por la otra parte existe el Colesterol “bueno” o Colesterol de Alta Densidad HDL (“High” del inglés alto).
Beneficia al organismo eliminando el colesterol de las paredes arteriales y lo transporta hasta el hígado para su metabolización, actuando a su vez como antioxidante. También encontramos las Lipoproteínas de Muy Baja Densidad o VLDL (del inglés “Very low” muy bajo) y las de Densidad Intermedia (IDL), que suelen transportar los Triglicéridos. Niveles altos de Triglicéridos resultan muy peligrosos, ya que aparte de incrementar los valores de otros tipos de colesterol, pueden asociarse a coágulos sanguíneos e interaccionar con la respuesta inflamatoria del endotelio arterial, contribuyendo al bloqueo arterial cerrando la luz del vaso. Los Triglicéridos, que son un tipo de lípidos formados por una molécula de Glicerol que tiene esterificados sus tres grupos hidroxilos por tres ácidos grasos, bien saturados o insaturados. Forman parte de las grasas, especialmente en las de origen animal, por lo que va a ser fundamental elegir los tipos de grasas y su cantidad en nuestros hábitos alimenticios para evitar los excesos de Triglicéridos en sangre y dar lugar a una Hipertrigliceridemia.
Los niveles de Triglicéridos han de ser controlados especialmente dada su alta incidencia en provocar la Ateroesclerosis, enfermedad a la que se le ha calificado como “El asesino silencioso”. Se trata de una enfermedad crónica que afecta específicamente a la capa íntima de todas las arterias del cuerpo. Su nombre resulta de la unión de las dos palabras ateroma y esclerosis, haciendo en el primer caso referencia al depósito de materiales grasos, fundamentalmente Triglicéridos, y con esclerosis al depósito focal de materiales fibrosos, fundamentalmente colágeno, en la pared arterial.
El origen de las lesiones ateroescleróticas son debidas a pequeñas agresiones en la túnica íntima de la pared arterial. Las células del endotelio reaccionan a los estímulos inflamatorios provocados por estas lesiones volviéndose más pegajosas. Simultáneamente las células endoteliales secretan moléculas que potencian la reacción inflamatoria del endotelio. A este fenómeno se le denomina disfunción endotelial, y se caracteriza por el elevado número de monocitos que se observan pegados en la fase inicial de la lesión. Los monocitos al llegar al interior de la pared arterial se transforman en macrófagos, que tienen afinidad específica por fagocitar el colesterol LDL y los Triglicéridos presentes en el flujo sanguíneo. A estos macrófagos se les denomina células espumosas. Al morir provocan el acúmulo extracelular de grasas y de restos celulares, formando el núcleo lipídico de la lesión ateroesclerótica.
Simultáneamente, el organismo trata de reparar las lesiones de las arterias, por lo que se produce una migración de las células musculares lisas hasta los puntos de la lesión, generándose más colágeno y otras materias de la pared fibrosa extracelular, que a su vez engrosan la pared. De este modo y progresivamente con los años, se estrecha la luz vascular, dificultando o impidiendo la circulación sanguínea en la propia arteria. También se puede desprender por erosión o rotura brusca parte del engrosamiento, el cual puede interrumpir el flujo de sangre en cualquier arteria o vena del organismo. A este desprendimiento se le llama Trombo y a la patología que desarrolla se le llama Trombosis, caracterizándose siempre por un cierre de la luz vascular con el consecuente cese del aporte sanguíneo a la zona u órgano.
Si se produce la anoxia del corazón se produce un infarto. Se le denomina “asesino silencioso” porque este proceso tarda varios años en producirse sin que se observe síntoma alguno y tan solo se manifiesta o mediante un análisis de sangre o cuando se produce el infarto de algún órgano. Uno de los factores más sencillos de cuantificar y que influye como alto factor de riesgo en el Síndrome metabólico, es la Presión o Tensión Arterial. La hipertensión puede clasificarse en primaria o sistémica, 90% de los casos, cuando su etiología es desconocida y primaria si es debida a estados patológicos diagnosticados. La Hipertensión arterial sistémica es uno de los problemas de salud más importante en los países industrializados, presentando cifras de prevalencia superiores al 25% de la población total.
La presión arterial es básicamente el resultado del producto del Gasto Cardíaco y de la Resistencia Periférica total. El Gasto cardíaco está determinado por la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción, factores que varían en función del retorno venoso que a su vez depende de la actividad constrictora y/o dilatadora de las venas y del sistema renal entre otros factores.
La Resistencia periférica varia también en función de la actividad constrictora y/o dilatadora de las arteriolas, del sistema Renina-Angiotensina y del estado del endotelio vascular entre otros. La principal causa de la hipertensión es realmente todos aquellos motivos que originan una vasoconstricción funcional, mayoritariamente producida por la arterioesclerosis.
La diabetes o los altos valores de glucosa en sangre son uno de los valores de la escala de riesgo del Síndrome Metabólico. Se caracteriza por presentarse altos niveles de azúcar en la sangre. Varios autores de hecho se refieren al Síndrome Metabólico con el Nombre de Síndrome de Resistencia a la Insulina. Esta denominación es debida a que esta resistencia a la acción de la Insulina se produce mayoritariamente por hiperlipidemia y estados inflamatorios producidos principalmente por la obesidad. El exceso de ácidos grasos produce un aumento por varios mecanismos de la secreción de Citoquinas y Quinasas, que interfieren con los receptores de la insulina presentes en los tejidos adiposos, el hígado y los músculos esqueléticos, lo que se traduce en un aumento del nivel de azúcar en el torrente sanguíneo.
De forma general podemos afirmar que la diabetes puede ser causada por la nula o insuficiente producción de insulina, resistencia a ésta o ambas simultáneamente. Suele realizarse un análisis si se observa la siguiente sintomatología (2): La diabetes puede desembocar en muchas complicaciones, entre las que destacamos la Retinopatía diabética que puede provocar ceguera, Cataratas, Vasculopatía periférica, Glaucoma, Úlceras en los pies que pueden ser causa de amputación de los miembros, Nefropatía diabética, Neuropatía diabética, problemas de erección e infecciones diversas de la piel, el tracto genital femenino y las vías urinarias. Existen diversos tipos de Diabetes, que de forma simplificada clasificamos en 3 tipos:
Diabetes tipo 1, juvenil o insulinodependiente: se caracteriza por ser una reacción inmunitaria, ya que los glóbulos blancos del cuerpo atacan por error a las células betapancreáticas productoras de insulina. Suele diagnosticarse antes de los 14 años y se trata habitualmente mediante el aporte exógeno de Insulina inyectada.
Diabetes tipo 2 o metabólica: Generalmente se presenta en la edad adulta, aunque se está diagnosticando cada vez más en personas jóvenes, debido a los cambios de hábitos alimentarios y de vida. En este caso, las altas tasas de azúcar en sangre se deben a la incapacidad del organismo para utilizar adecuadamente la insulina producida por el páncreas generalmente por haberse desarrollado un mecanismo de resistencia a la misma. Esta diabetes cursa en muchas personas que ni siquiera saben que la tienen a pesar de ser una enfermedad grave. Este tipo se está volviendo más común debido a la creciente obesidad y a la falta de ejercicio.
Los cambios de hábitos de vida así como la ingesta de hipoglucemiantes orales son los tratamientos más habituales Diabetes gestacional, característica en algunas mujeres durante el embarazo, y que se produce debido a los cambios hormonales propios de dicho periodo.