OBESIDAD INFANTIL

Obesidad infantil: Descubre cómo evitarla

Los cambios alimentarios y las nuevas formas de vida son los principales desencadenantes en el aumento de la obesidad. Es decir, los criterios alimentarios y la vida actual en nuestra sociedad, son algunos de los factores que contribuyen a que los niños presenten sobrepeso. La comida no es un premio, no es un castigo, y tampoco debe ser un desahogo a las tensiones de una persona. La comida debe tener su lugar, su hora, y su control.

Normalmente los niños consumen más cantidad de alimentos de la que precisan, y su alimentación es muy rica en grasas y azúcares, presentes en alimentos precocinados, y en los dulces y bollos. Son niños que no consumen verduras, legumbres, frutas, ni pescado. Y eso día tras día, acaba por convertirse en un hábito y en la mala costumbre de consumir toda una serie de platos que resultan atractivos por su aspecto, pero que no llevan los nutrientes ni las vitaminas necesarias para que los niños crezcan fuertes y sanos.

A eso también se suma que muchos niños tienen por costumbre no desayunar, y es una de las comidas más importantes del día, que está directamente implicada en la regulación del peso; además de ayudar al niño a mejorar su rendimiento intelectual, y concentración en clase.

Además de los errores mencionados, muchos padres “pecan” por:

– obligar a que el niño coma más de lo que puede.

– premiar un buen comportamiento con golosinas y otros alimentos calóricos.

– castigar al niño sin comida si presenta alguna conducta desfavorable.

– festejar cualquier acontecimiento importante de la vida del niño ofreciéndole una “comida basura”.

– permitir el consumo diario de chuches, bollos, bebidas gaseosas y azucaradas.

– ofrecer, con frecuencia, platos precocinados por la falta de tiempo.

Los peligros de esta tendencia son muchos. En primer lugar, la obesidad puede suponer al niño problemas físicos (diabetes tipo II, hipertensión, triglicéridos y colesterol, trastornos hepáticos,…) y psicológicos (baja autoestima, estigma social,…). Pero quizá lo peor es que está fraguando una obesidad adulta, con estos mismos problemas, pero agravados. Un niño se considera obeso cuando su peso sobrepasa al 20% de su peso ideal. Entre los niños que comienzan con una obesidad entre los 6 meses y los siete años de vida, el porcentaje que seguirá siendo obeso en la edad adulta es del 40%, mientras que para los que comenzaron entre los 10 y los 13 años las probabilidades son del 70%, porque las células que almacenan grasa (adipocitos) se multiplican en esta etapa de la vida, por lo cual aumenta la posibilidad del niño de ser obeso cuando llegue a adulto.

Sedentarismo infantil = Obesidad Infantil

Aparte del consumo de alimentos con alto contenido en grasas y azúcares, el sedentarismo de muchos niños les hace más obesos. El practicar una actividad física es esencial a su crecimiento y a su salud. El estilo de vida que llevan los niños también ha cambiado mucho. La mayoría de las actividades que realizan se concentran en torno a la televisión, al ordenador y a los videojuegos. Muchas familias, por la falta de tiempo o por comodidad, acaban dejando a los niños delante de la televisión toda una tarde, en lugar de llevarlos al parque o a cualquier otra actividad que les favorezcan más. Los juegos al aire libre, las excursiones, los deportes, etc., son cada día sustituidos por actividades sedentarias. Según las últimas encuestas, los niños españoles pasan una media de 2 horas y media diarias viendo la televisión y media hora adicional jugando a los videojuegos o conectados a internet.

La obesidad infantil puede provocar:
– Problemas con los huesos y articulaciones
– Dificultades para desarrollar algún deporte u ejercicio físico debido a la dificultad para respirar y al cansancio.
– Alteraciones en el sueño
– Madurez prematura. Las niñas obesas pueden entrar antes en la pubertad, tener ciclos menstruales irregulares, etc.
– Hipertensión, colesterol, y enfermedades cardiovasculares.
– Disturbios hepáticos.
– Desánimo, cansancio, depresión, decaimiento.
– Baja autoestima, aislamiento social, discriminación.

La solución, sin embargo, existe. Dado que casi todos los factores asociados a la obesidad infantil están relacionados con el estilo de vida, (excluyendo algunos casos poco comunes de patologías o factores genéticos), cambiando algunas costumbres podemos luchar eficazmente con este problema. Inculcar a nuestros hijos unos buenos hábitos alimenticios y fomentar su actividad física (deporte, juegos, paseos, excursiones,…) es fundamental para prevenir o remediar su obesidad, y de paso habremos hecho mucho para evitar que tengan sobrepeso de mayores. Lo ideal es que un niño (de 6 a 10 años) consumiera unas dos mil calorías diarias y que, mitad de ellas, fuese cubierta por los hidratos de carbono, un tercio por las grasas y el resto por proteínas; sin olvidarnos de las vitaminas y minerales. A continuación, veremos un ejemplo:

Desayuno:
-un zumo natural, ó pieza de fruta
-un vaso de leche entera ó semidesnatada
-6 galletas tipo maría, ó pan con margarina y mermelada, ó cereales

Almuerzo:
-un bocadillo pequeño de jamón York
-una pieza de fruta ó yogur

Comida:
-Pasta con tomate
-Hamburguesa de pollo ó pavo con pimientos
-Yogur ó fruta

Merienda:
-Bocadillo pequeño de jamón serrano
-Zumo de naranja ó una pieza de fruta ó yogur

Cena:
-Tortilla francesa con champiñones
-Yogur ó fruta

En la actualidad gran parte de los niños comen en comedores escolares, los cuales deben llevar a cabo menús equilibrados y variados, también hay que tener en cuenta que los menús sólo reflejan las calorías de la comida, que es la principal, pero no debemos olvidar que los niños también desayunan, almuerzan, meriendan y cenan. Con esto reflejamos que hay que llevar un control calórico diario, porque en muchos comedores escolares llevan comidas demasiado calóricas para las necesidades energéticas de un niño. Por ejemplo, un escolar de 8 años que hace ejercicio físico dos veces por semana, no debería ingerir más de 1000 calorías en la comida, debiendo repartir las otras 1000 calorías diarias entre el desayuno, almuerzo, merienda y cena.

Además, es importante conocer los menús para organizar las demás ingestas diarias en casa; por ejemplo, si comen arroz y carne, variar la cena con pescado y ensalada; y tener la seguridad que los niños están controlados por personas adultas a la hora de comer; es decir que no repitan dos platos, o que tiren lo que no les gusta, etc. En la sociedad actual es difícil prohibir a un niño que tome dulces, bollos, comidas rápidas, etc.; pero no se trata de eso, sino de que sea consciente que ese tipo de comidas puede tomarlas esporádicamente, y que su alimentación debe ser variada y equilibrada.

Como podemos observar, hay que poner freno a esta situación, que está creciendo a niveles exagerados y que no favorece nada a los niños. La solución está en enseñarles unos buenos hábitos alimentarios y practicar actividad física para crecer con un buen estado de salud.

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