Los niños y niñas de las familias más pobres tienen dos veces más riesgo de morir antes de los 5 años que los niños y niñas de las familias con ingresos más altos. Y es que, a pesar de los grandes logros que ha habido desde que se aprobara la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) en la Asamblea General de Naciones Unidas en 1989, el mundo sigue siendo un lugar profundamente injusto para la infancia más vulnerable. Por ello, UNICEF considera fundamental el término infancia equitativa, es decir, aunar esfuerzos y poner el foco en los niños y niñas de las familias más pobres, niños y niñas con discapacidades, los que viven en las zonas más remotas, los migrantes, refugiados y los de grupos étnicos o religiosos que se enfrentan a la discriminación. Se trata de abordar la desigualdad dando a la infancia más desfavorecida un buen comienzo en la vida y allanarles el camino durante sus primeros años y la adolescencia. Porque la desigualdad y la inequidad no son inevitables ni invencibles.
Se trata de hacer un detallado trabajo en la recopilación y uso de la información para saber cuáles son los niños y niñas más vulnerables y excluidos, dónde están y dónde viven; reforzar los sistemas locales de salud, de educación y de protección; empoderar comunidades; y asegurar métodos de financiación sostenibles. De ese modo podremos seguir consiguiendo avances y enfrentándonos a retos como el de la reducción de la mortalidad infantil: desde el año 2000 se han salvado más de 3,2 millones de vidas cada año; sin embargo, los niños y niñas nacidos en áreas rurales y aquellos nacidos de madres que no han recibido educación tienen más posibilidades de morir antes de los 5 años que aquellos nacidos en áreas urbanas y de madres que han ido a la escuela. Porque no podemos permitir que un cuarto de la población infantil del mundo sufra desnutrición crónica; ni que 16.000 mueran cada día por causas que podemos evitar; ni que 59 millones de niños y niñas estén fuera de la escuela, sobre todo, los que viven en países en conflicto; ni que casi cuatro de cada cinco niños y niñas de entre 2 y 14 años estén sometidos a métodos de disciplina violentos en su hogar; ni que haya 230 millones de menores que no fueron registrados al nacer; tampoco podemos permitir que 700 niños y niñas hayan perdido la vida en el Mediterráneo en 2015 buscando una vida mejor en Europa en su huida obligada de sus países de origen.
Cuando desde UNICEF trabajamos para llegar a todos estos niños y niñas con el objetivo de aliviar su sufrimiento, ayudarles a crecer y aprender, no estamos únicamente dándoles una oportunidad de tener un futuro: les estamos dando la ocasión de construir un porvenir mejor para ellos mismos, sus familias y sus comunidades. Una generación no solo capaz sino también dispuesta a crear sociedades más fuertes, estables y pacíficas. Una generación justa y equitativa. Porque el objetivo de las políticas centradas en la equidad no es eliminar todas las diferencias para que todos tengan el mismo nivel de ingresos, salud y educación, sino que se trata de eliminar las circunstancias injustas y evitables que privan a los niños y niñas de sus derechos. Porque todos los niños y niñas tienen los mismos derechos, más allá del lugar donde hayan nacido y la situación y momento en el que estén.
TEXTO: COMITÉ UNICEF PAÍS VASCO