Hola, amigos; bienvenidos una vez más a esta sección en la que buscamos recordaros que la vida es un teatro donde cada ser tiene un papel, una máscara, una emoción que le obliga a vivir en una personalidad tipo. Hoy nuestro personaje le llama Genciana. Es una niña que ha llegado del colegio, con su mochila cargada y con cara de preocupación.
-¿Qué ha pasado?- pregunta su madre tras los saludos de rigor- ¿A qué viene esa cara de funeral?
– Hoy hemos tenido examen. Seguro que suspendo: todos lo han entregado más tarde que yo. Y eso es porque seguro que me he comido algo. Además, la profe al pasar por mi lado me ha mirado raro: seguro que es porque alguna pregunta estaba mal; pero las he repasado todas y estaban bien, creo. No sé para qué estudio, si total sólo sirvo para suspender.
Y así continúa la “alegre” retahila de la niña camino de su habitación y que por cierto, no es de las que suspenden. Este caso es similar al de su hermana mayor que llega horas más tarde con su propio problema:
– El chico que me gusta me pide un boli y yo le tengo que contestar que hoy no tengo ninguno de más. Mira que podía haberle dado el mío y yo pedir otro a mi compañera; o haber tratado de buscar un lápiz o algo, pero no. Como siempre haciendo el ridículo. Claro, si es que soy medio lela. Y se va a suspirar mirando por la ventana de su habitación mientras continúa con sus reproches y oobcecándose en recordar sus “errores”.
La madre y esposa abnegada aún tiene que escuchar a su marido que llega del trabajo comentando:
– Si es que soy tonto. Mira que sé que el jefe anda buscando a alguien que promocionar y no se me ocurre más que a mí hacer un comentario sobre la organización. Tenía que haberme callado, pero no. Así que me ha dicho que mañana a primera hora a su despacho. Seguro que es para decirme que no entro en el perfil para el ascenso. Si es que no valgo para nada.
Y así rumiando deja a la buena señora en paz que entre tanto desánimo, tanta duda después de la actuación, tanto pesimismo y tanta melancolía no sabe si irse a tomar un café con las amigas o directamente abrir la despensa y sacar su kit de flores de Bach.
4 Gotas de Genciana a cada uno en un zumo y coge su bolso, su chaqueta y se va a tomar un café y a despejarse, que se lo ha ganado.
Y vuelve de su paseo nuestra paciente ama de casa y comprueba que ya han olvidado sus problemas y cada uno está a lo suyo, optimistas, participativos y con ánimo para nuevas situaciones.
Como Zamora no se ganó en una hora mantendrá el tratamiento varios días porque esto viene de antiguo y cambiar esos patrones suele costar un poco: no se trata de matar al síntoma, al mensajero, sino de erradicar el problema que distorsiona la propia forma de ser.
Si es tu caso el desánimo, la duda tras la actuación, el pesimismo y la autocrítica sin ánimo constructivo recuerda que la Genciana te ayuda a superar estos atascos para disfrutar de las situaciones y de ti mismo en toda circunstancia. Y que si bien todos cometemos errores, nadie nació aprendido y estamos para superarlos, no para angustiarnos ni llorarlos. Y hasta la próxima.