Nuestra vida comienza a partir de un óvulo humano fertilizado y continúa con una simple división celular, pasando a continuación por el estado acuático, para convertirse finalmente en un inmensamente complejo y altamente organizado bebé humano, impulsado por la vida que le ha llegado a través de sus padres. Unos padres que para lo esencial: la vida, no importó si eran “buenas” o “malas personas”, así como sus abuelos, bisabuelos, etc. Ellos nos pasaron la vida y nosotros la recibimos tal como nos la pasaron fluyendo amorosamente con ellos; nuestros padres ¿Y si no es así? Para ello Bert Hellinger desarrolló su propio modelo de Terapia Sistémica, descubriendo que más allá de lo que somos conscientes, estamos unidos a nuestros padres, hermanos, tíos, abuelos y bisabuelos por poderosos e invisibles lazos de amor y lealtad, que pueden llevarnos a incluso a repetir sus destinos trágicos. Hay una conciencia común que vincula a todos los miembros de una familia, y que se manifiesta en un campo de información en el que están registrados todos los acontecimientos significativos que han ocurrido de generación en generación. En esta comunidad de personas unidas por un mismo destino se incluyen a los que hicieron sitio y que ahora lo ocupan otras personas, como cónyuges o relaciones importantes, las víctimas, perpetradores, las que beneficiaron al sistema, debiendo tener cada una de ellas el lugar que le corresponde.
Estamos sometidos a unas leyes naturales que rigen en todos los vínculos humanos, a las cuales Hellinger denominó Órdenes del Amor. Los principales son:
– Que todos los miembros de una familia tienen el mismo derecho a la pertenencia. No debe excluirse a nadie.
– Los nacidos anteriormente y llegaron al sistema antes, merecen el respeto de los postnacidos o que llegan más tarde.
– El equilibrio entre dar y tomar, especialmente en las parejas (este equilibrio no va entre padres e hijos, ya que los padres dan la vida y los hijos la toman con agradecimiento).
– Las personas que beneficiaron a la familia deben ser reconocidas y recompensadas.
– Las herencias han de ser justas.
– Los muertos deben tener su duelo para descansar en paz.
No respetar estas leyes naturales ocasionan malestar y conflictos dentro de la familia. El amor ciego e inconsciente como arrogarse derechos, responsabilidades o culpas que corresponden a padres, identificaciones con otro miembro del sistema, parentificación, doble transferencia (cuando un descendiente tiene sentimientos de un antepasado y lo manifiesta hacia alguien exterior a la familia, por ejemplo, cuando una nieta está enfadada con su marido al transferir el enojo de la abuela con su abuelo, el cual la maltrataba y ella calló), la reivindicación y la exclusión generan implicaciones sistémicas.
Todo acto a favor del orden, alivia, nos hace sentir bien. Cuando vamos en contra, nos sentimos mal, cargados, desequilibrados. Ante un malestar, la pregunta sería ¿dónde está el desorden en estos momentos en mi vida? si dejamos en silencio la mente surge la respuesta.
Metodología
Las Constelaciones Familiares se aparta del análisis de problemas, en cuanto a que no se centra en la causa-efecto, sino en la recreación de imágenes para representar las situaciones familiares.
Cuando se trata de un grupo en un seminario, la persona consultante describe breve y esencialmente su problema. El/la terapeuta, si es necesario, hace preguntas para completar el relato y pide que elija entre el público desconocido a representantes para cada persona relevante del tema consultado y los ubica físicamente en un espacio determinado. Si se trata de su familia, también pide a una persona del público para que la represente a ella misma. A los representantes se les pide que no piensen sino más bien que sientan. Al cabo de algunos minutos de silencio comienzan a revelar sensaciones y sentimientos que resuenan con las personas a quienes representan y su posición dentro del sistema familiar.
Hellinger habla del Alma Familiar actuando a través de ellos, sacando a la luz las dinámicas ocultas que regían en esa familia debilitándola o en el tema tratado, mostrando a continuación los siguientes pasos a dar en la Constelación hasta que se ordena a través de posicionamientos y frases sanadoras que producen alivio y claridad en el/la consultante (el cual toma su puesto cuando todos tienen su “buen lugar”), los representantes y el grupo. En terapia individual se puede tratar con este método, siendo igualmente sanador. Este trabajo llega a toda la familia, ya que la imagen sanadora del problema y caminos de solución van haciendo su efecto después de la Constelación.
Experiencia personal
Mi primer contacto con Las Constelaciones Familiares fue a través de Facilitador alemán Dag Werner. Comencé en Berlín a asistir a los cursos y supervisiones de Bert Hellinger, continuando después en Barcelona, Madrid y Palma de Mallorca. También me formé con Tiiu Bolzmann, psicoterapeuta de origen estoniano, creadora del Centro Bert Hellinger en Argentina, y con Franz Ruppert, psicoterapeuta y catedrático de Psicología en la Universidad de Munich.
Desde el año 2000 trabajo como Facilitadora de Constelaciones Familiares y aún me sorprendo del proceso sanador en el que se puede coordinar el pensamiento, la emoción, el movimiento y el alma; del poder reconciliador, de la potencia, profundidad y de la autenticidad de cada Constelación, entrando en sintonía con el propio destino y la toma de responsabilidad, y surge de mi interior un sentido agradecimiento a todo y todos/as los que han hecho posible este método terapéutico para restablecer el equilibrio del sistema familiar que lleva al encuentro con las fuentes que la misma familia alberga para cada uno de sus miembros.
Unas frases de Bert para reflexionar:
“Cuando un hombre se siente respetado, la mujer le resulta irresistible”
“Las grandes soluciones comienzan cuando el pasado está pasado.”
“Lo más importante es reconocer que detrás de todo comportamiento, por muy extraño que parezca, actúa el amor. Y que también detrás de los síntomas que una persona presenta siempre actúa el amor. Por tanto, lo decisivo en terapia es encontrar el punto donde ese amor se concentra y, desde allí, siempre se encuentra el camino a la solución”.
Bert Hellinger
Bert Hellinger nace en Alemania en 1925 en el seno de una familia religiosa. A los 20 años ingresa en una orden católica. Estudia filosofía, teología y pedagogía. Más tarde es destinado a Sudáfrica como miembro de una orden misionera siendo sacerdote de una parroquia y director de una escuela. Entre las experiencias vividas en Sudáfrica una es el estar cerca de los zulúes lo que le permite acceder a sus costumbres, observando y reflexionando sobre el enfoque diferente de las relaciones familiares. Otra es un curso para directores sobre dinámica de grupo angloamericano, que le sorprende por ser diferente a lo que él conocía, ya que se centraba fundamentalmente en la práctica. Una vez le formularon la pregunta: ¿Qué es más importante para Vd. los ideales o la gente? El dice “aquella noche no pude dormir” y al día siguiente salió de la orden religiosa. Tenía 45 años.
Volvió a Alemania y comenzó a estudiar psicoanálisis en Viena. Conoció al psicólogo y psicoterapeuta Arthur Janov (Los Ángeles 1942) creador de la Terapia Primal (según Janov está referido a experiencias reprimidas en las etapas iniciales de la vida incluyendo el embarazo y parto), estudiando con él durante nueve meses, un tiempo muy significativo ¡todo un embarazo! Continuó formándose en Terapia Gestalt con Ruth Cohn e Hilarión Petzold. Eric Berne lo introdujo en el Análisis Transaccional, al cual posteriormente dió un enfoque sistémico más tarde, descubriendo la relación de los guiones de las personas e identificación. Otra gran influencia es Ivan Boszormenyi-Nagy (1920-2007) psiquiatra nacido en Hungría y nacionalizado en Estados Unidos, uno de los fundadores de la Terapia Familiar.
Tras analizar a miles de familias en la clínica psiquiátrica, describió estructuras de relación que van más allá de la mirada psicológica individual y transaccional que derivan de acontecimientos que se repiten casi por ley en la historia familiar y en lo más profundo las relaciones son guiadas por una dinámica ético-existencial. Como no se pueden reconocer estas estructuras desde fuera, las denominó “ataduras invisibles” y en su experiencia estas lealtades invisibles actúan con más fuerza que las conductas visibles. Boszormenyi-Nagy considera como elemento esencial en lo que se refiere a las relaciones la necesidad de mantener un equilibrio entre “el dar y el recibir”. así como una ética implícita que exige justicia y compensación a través de varias generaciones y desarrolla un modelo de cuentas personales de méritos y culpas para cada individuo y toda culpa no compensada pasa a los descendientes.
Hellinger continuó estudiando sobre terapia familiar con Ruth McClendon y Leslie Kadis, y esculturas familiares con Virginia Satir, etc. y a partir de ahí fue moldeando la terapia que denominó “Familienaufstellung” (colocación de la familia) En castellano se tradujo por Constelaciones Familiares perteneciendo éstas, según Hellinger, al grupo de terapias breves orientadas hacia una solución, ya que con rapidez y precisión sacan a la luz dinámicas que atan al paciente de manera disfuncional. No solamente el orden se aplica a la familia, también a la educación, fortaleciendo el vínculo entre docente y alumno tomando en cuenta el sistema familiar de donde procede, respetarlo, validarlo y a partir de ahí enseñar. Así la educación tiene fuerza constituyendo el puente entre la escuela y la familia.