A menudo llegan al consultorio personas que afirman alimentarse bien y de forma sana, pero cuando detallan lo que comen y cómo lo hacen, enseguida nos damos cuenta de los errores que cometen. Desde el punto de vista médico oficial, no importa el tomar los alimentos mezclados en cualquier proporción, ya que se contabilizan básicamente como proteínas, hidratos de carbono y grasas, es decir, los principios inmediatos que contienen.
Sin embargo un alimento es mucho más que un principio inmediato. Si queremos que el alimento resulte sano, hay que aplicar algunas reglas sencillas pero importantes. La primera de ellas es que un alimento proteico no debe ser mezclado con hidratos de carbono, porque la metabolización de los carbohidratos requiere álcalis (bases). Dado que la reacción entre los ácidos y los gases provoca sal más agua, con esta combinación no pueden metabolizarse ni las proteínas ni los hidratos. El resultado será una digestión en la mayoría de los casos mucho más lenta y pesada de lo deseable, y se provocarán gases resultantes de la fermentación.
Este tema de la fermentación requiere una pequeña explicación para que seamos conscientes de lo que esconde: Imaginemos un vino en una bodega a la temperatura apropiada. Fermentará de un modo razonable y se conseguirá un vino de calidad, en función de las bases utilizadas.
En cambio, si la temperatura de la bodega no es la correcta y resulta elevada, fermentará muy rápido y se estropeará. También en caso contrario, es decir, si la temperatura es baja la fermentación será demasiado lenta y el vino también se estropeará. En el cuerpo, el fuego enzimático y la sangre, preparan las condiciones del vientre (bodega),y en el caso de alteración de temperatura la comida no será correctamente metabolizada al producirse una fermentación indeseable. Si esa fermentación indebida continua, el proceso digestivo se alteraría su totalidad con el tiempo, siendo necesarios el uso de correctores (plantas, medicamentos, etc.).
Cuando la mezcla de los alimentos excede el tanto por ciento permitido la digestión se alterara. Aproximadamente se pueden mezclar en la misma comida un 95% de proteínas con un 5% de carbohidratos (y al revés), y en el caso de mezclar dos hidratos la mezcla puede ser en proporciones 90%-10% respectivamente. Si no lo hacemos de este modo la continua alteración digestiva dañará el organismo indefectiblemente. Que sea antes ó después dependerá de la potencia digestiva del comensal. La segunda variable a tener en cuenta es la cantidad. El uso excesivo de un alimento, aun en plato único, si bien requiere un número de enzimas más reducido, también puede provocar daños, ya que el sobrante de lo que el organismo necesita debe ser eliminado del cuerpo ó almacenarlo con los peligros que esto comporta, amén del exceso de trabajo al que sometemos sin necesidad al organismo en el proceso de metabolización.
Otro de los errores estriba en la preparación del los alimentos en la olla a presión, y en cocinar guisos que consumirán en común todos los miembros de la familia, sin tener en cuenta los factores particulares y los alimentos más recomendables para cada individuo, así como la carga positiva o negativa de los alimentos que combinamos. Tener en cuenta estos factores que he descrito es muy importante para la búsqueda del equilibrio nutricional, ya que en consulta nos solemos encontrar con problemas que están derivados de una alimentación incorrecta desde el punto de vista energético, sin que el paciente lo sospeche.