Actualmente el ejercicio físico juega un papel esencial en el tratamiento de la ARTROSIS y la ARTRITIS, si bien en casos de artritis severa cuando hay mucha inflamación y rigidez en la articulación no se recomienda hacer ejercicio a causa del dolor. Todos los profesionales de la salud recomiendan a las personas afectadas por estas patologías hacer una actividad física de forma regular pero ¿qué tipo de ejercicio físico nos ayuda a prevenir su aparición y reducir sus efectos?
Los problemas reumáticos, y en especial la artrosis, tienen un denominador común: la rigidez y el acortamiento de las cadenas musculares. En reumatología, los músculos son los grandes olvidados, se habla del desgate de los cartílagos, de cómo regenerarlos y eso está muy bien, pero tenemos que tener en cuenta que si no se “suprimen” los frenos musculares, que oprimen las articulaciones aplastando los cartílagos, el tratamiento siempre será paliativo y no causal.
Los músculos estáticos nos erigen desde abajo, el tríceps sural toma punto fijo en el calcáneo a través del tendón de Aquiles para enderezar la tibia y el fémur, dando un punto fijo a los isquiotibiales y pelvitrocántereos que son los encargados de enderezar la pelvis. Desde aquí los espinales toman punto fijo para enderezar la columna, mientras que la cabeza y el cuello constituyen el punto fijo para suspender la cintura escapular y las costillas.
Gracias a este maravilloso sistema de palancas, los músculos erectores nos mantienen erguidos contra la fuerza de la gravedad, pero como la gravedad es una fuerza vertical y la resistencia muscular también, la víctima de este sistema es la articulación, que queda comprimida por ambas fuerzas. Cuando los músculos estáticos están rígidos e hipertónicos, las articulaciones tienen que soportar más presión cuando nos movemos pero también en una actitud estática (de pie o sentados). La consecuencia de esa “garra” apretando las articulaciones es el desgaste de los cartílagos que nos aboca a una enfermedad como la artrosis.
Para evitar o frenar el acortamiento y la rigidez de los músculos, se deben realizar de forma periódica sesiones de Reeducación Postural Global, Stretching Global Activo o Estiramientos de Cadenas Musculares en la Hamaca Postural Pancafit o K-Stretch. Cuando la enfermedad está diagnosticada, además de mantener una musculatura elástica y flexible con los estiramientos, se recomienda hacer ejercicio físico para mantener la movilidad y estabilidad de las articulaciones más afectadas (manos, rodillas, caderas y columna).
Se deben realizar movimientos suaves y controlados sin que aparezca el dolor y con un rango de movimiento pequeño para favorecer el drenaje de la articulación y mejorar el tono de los ligamentos que la sostienen. Es importante realizar estos ejercicios con una buena actitud postural, ya que existen estudios científicos que demuestran que una inadecuada alineación corporal puede provocar que el reparto de las fuerzas que atraviesan el cuerpo (fuerza de la gravedad) no se realice de forma adecuada y, por ello, se genere mayor presión en un punto articular concreto, favoreciendo el desgaste del cartílago en esa zona y la aparición de la artrosis.
Podemos mejorar nuestra actitud postural entrenando la propiocepción, es decir, realizando los ejercicios de forma consciente, “sintiendo el movimiento” y aprendiendo a detectar la mala colocación de la articulación para poder corregir su posición. No se puede corregir un desequilibrio hasta que uno mismo es consciente de que existe dicho desequilibrio. Los ejercicios del Método Pilates son una eficaz técnica de rehabilitación para los afectados por esta patología. Sus movimientos suaves, realizados desde una buena alineación postural y de forma consciente y controlada, nos ayudan a mejorar la estructura de sostén de la articulación, fortaleciendo y flexibilizando todos los grupos musculares que amortiguan la carga y así evitar los dolores e incluso, revertir el curso deformante de la enfermedad.
Una vez más, recordaros que la práctica de cualquier actividad física se debe realizar bajo la supervisión de profesionales cualificados, en caso de artrosis o artritis debería ser una condición indispensable, ya que la patología en sí, aumenta el riesgo de sufrir lesiones durante la práctica del ejercicio físico.
Electroterapia, bloquear el dolor
Una buena terapia complementaria para aliviar el dolor en las articulaciones afectadas por la artritis son los TENS (Transcutaneous Electrical Nerve Stimulator). Los TENS son equipos de electroterapia de baja frecuencia que utilizan la técnica de estimulación nerviosa transcutánea para el tratamiento del dolor.
Es una de las técnicas de electroterapia más eficaces para controlar el dolor utilizando medios no invasivos, pero hay que subrayar que el electroestimulador bloquea la transmisión del dolor, pero no cura la causa del mismo, porque no actúa a nivel muscular, sino solo a nivel sensitivo. Algunas personas sufren artrosis en las articulaciones de las vértebras cervicales, artritis o periartritis del hombro. Estas situaciones suelen causar dolores que descienden por el brazo y se llaman “neuralgias braquiales”. Estos dolores del brazo que parten del hombro o de la nuca se pueden reducir con los TENS.
Estos equipos de electroterapia se han vuelto muy populares y hay equipos muy sencillos para uso domestico, sin embargo no es tan sencillo como parece y los resultados dependen de la intensidad de la corriente, de la posición de los electrodos y de la duración del tratamiento que debería estar prescrito por un fisioterapeuta.
Fisioterapia, aliviar el dolor y mantener la movilidad
La fisioterapia es una de las herramientas principales para tratar las enfermedades reumáticas y suavizar sus síntomas, con varias vias de trabajo dependiendo del estadio de la enfermedad: prevención, mantenimiento y reducción del dolor, y recuperación tras una intervención quirúrgica. También podemos denominarla
como el “tratamiento conservador”, ya que se aplica con el objetivo de que el paciente conserve, dentro de sus limitaciones, una mayor autonomía personal, evitando las deformaciones posturales y preservando las articulaciones en la medida de lo posible.
El enfermo reumático (tanto de artrosis como de artritis) deberá enfocar el tratamiento del fisioterapeuta como una rutina que le permite mantener la funcionalidad de su cuerpo y aliviar sus dolores.
Los objetivos de fisioterapia en estas enfermedades son:
-Disminuir el dolor.
-Reducir el edema (hinchazón), si se da el caso (especialmente en la artrosis).
-Prevenir la rigidez articular, la atrofia muscular, la osteoporosis y las deformidades.
-Orientar al paciente hacia la economía articular.
-Motivar al paciente, potenciar su autoestima y una actitud activa y positiva frente a su enfermedad.
Entre los consejos a dar, se debe establecer peso adecuado, que reducirá la carga articular. Se desaconseja la inmovilización prolongada que, arrastrará una pérdida de masa muscular y una mayor inestabilidad. La fisioterapia ha mantenido como tratamiento habitual, la termoterapia superficial, los estiramientos y las movilizaciones en descarga. Últimamente se ha establecido como habitual un tratamiento de fisioterapia acúatica que, ha mejorado mucho los síntomas y ha reducido el dolor que refieren. La fisioterapia ha establecido a la vez, la necesidad de establecer una tabla de ejercicios que mejoren la eficiencia articular y la capacidad funcional de la misma.