Bienvenidos a nuestro teatro de la vida. Hoy os presentamos a Centaura, un personaje que tiene mucho miedo a que dejen de quererle y si para eso tiene que decir si a cosas a las que debería decir no, pues sigue diciendo si. Por eso, por esa dependencia emocional, es por lo que tiene tantos problemas. En realidad es una persona cariñosa y solícita que siempre trata de ayudar a los demás, pero en este caso ha terminado perdiendo el rumbo del por qué lo hace -que es simplemente porque puede ayudar pero sin volcarse en exceso- y ha pasado a hacerlo en demasía, ha pasado a ser todo lo que el otro quiera para que no dejen de quererle, de valorarle.
Esa dependencia emocional es la que mas daño le hace. Si tuviéramos que definir de alguna manera a la personalidad centaura podríamos hacerlo como el complejo de cenicienta: tiene tantos derechos como cualquiera pero en realidad es él quien no se deja valorar, es él quien se coloca en una situación por debajo y necesita ayuda para salir de ahí, para ponerse en su sitio y determinar que también él tiene derecho a su vida idílica con príncipe/princesa o consigo misma. Simplemente porque no es ambiciosa: lo único que quiere, lo único que necesita, es volver a tomar las riendas de su vida y que nadie se aproveche de ella; seguir ayudando a los demás, pero sin necesidad de hacerlo obligatoriamente para la quieran y sin miedo a que los otros se enfaden.
Si tenemos a una persona centaura cerca vamos a encontrarnos a menudo con que no se atreve a hacer las cosas delante de su familia, de sus amigos, de sus más íntimos. Tiene sus propias ideas, pero para que no le miren mal es mejor pasar desapercibido o incluso mimetizarse con el ambiente. Utiliza tantas máscaras que al final no sabe quién es por si misma. Este es el grado más profundo de centaura, porque esas máscaras están puestas en función de las expectativas de los demás, por lo tanto siempre son erróneas. Si centaura no tuviese tanto miedo a que los demás dejasen de quererla sería una persona muy agradable para convivir con ella, pero así en el fondo crea inseguridad en los demás; saben que pueden aprovecharse de ella, pero con su servilismo les hace sentir mal, por lo tanto todo lo que pretende conseguir vuelve a perderlo por ese mismo comportamiento.
Una cosa importante que tenemos que distinguir de centaura es que no lo hace con la intención de ser el centro de atención, sino todo lo contrario: con la intención de que los demás estén a gusto; son los auténticos mártires, los que trabajan de más, los que se preocupan de más, tratando siempre que les sigan queriendo. No lo podemos confundir con Castaño Rojo, puesto que este lo hace por preocupación mientras que Centaura lo hace por ayudar, por un concepto equivocado de solidaridad -son los más solidarios de todo el espectro Bach- que provoca que malgaste la energía que necesita para sobrevivir. En general, aunque no siempre, suele venir dado por un complejo de inferioridad que surge de no haber colocado correctamente su valor en el mundo, de haber pensado que otras personas por tener más carisma, más estudios, más dinero, mejor tipo, más éxito, más poder… valen más que ella. Por eso si alguien se encuentra reflejado en este tipo de situaciones la centaura, una flor pequeñita que casi pasa desapercibida pero que le da un toque de color el entorno, nos puede servir.
La centaura se toma como siempre: cuatro gotas cuatro veces al día, y podemos usarlas tantas veces como queramos, teniendo en cuentas que es más efectivo tomar más número de veces que más gotas en cada toma.