Hola amigos de nuestro particular teatro de la vida. Hoy vamos a presentaros a esa señora que pasa por delante del colegio. ¿La veis? Es aquella que pasa como al azar pero algo en sus andares, en su forma de girar la cabeza, nos hace sospechar que no es tan casual.
Y no lo es. Hoy pasa por aquí para asegurarse de que su hijo pequeño está a gusto con sus compañeros, de que se toma el almuerzo de sana fruta que le preparó, no vaya a ser que lo cambie con algún compañero por uno de esos deleznables bollos portadores de colesterol y vaya usted a saber qué más, pero nada bueno. Con lo sana y maravillosa que es la manzana de cultivo biológico que le ha preparado: tiene mala pinta, de acuerdo, pero es mucho mejor que cualquier otra cosa.
Una vez que se ha asegurado de que todo es correcto, y sobre todo de que no la han visto, continúa su camino hasta el parque de al lado donde vigila, también a distancia, que su abuelo charle sin problemas con el señor ese tan simpático que siempre le recomienda hacer ejercicio para no atrofiarse. Además, no le gusta que esté el otro, el calavera, el que siempre le dice lo bien que se lo pasa de fiesta y viaje con el Imserso de aquí para allá, sin ningún control. Para que un día le pase algo y nadie pueda estar allí para ayudarle. Y lo peor que su abuelo le hace caso y se está planteando ir con él.
¡Lo que faltaba! Afortunadamente hoy no ha venido (andará por ahí perdido, pobrecito, en el fondo es una lástima) y está charlando con el deportista. Buena compañía, todo marcha. Antes de acabar la ronda le queda pasar por casa de su madre y asegurarse de que antes de ir a trabajar ha dejado la comida y las camas hechas. Si falta algo ya se encargará ella de dejárselo en buen estado para que no se agobie su mamá. ¡Desde luego!
Hora de recoger a la niña y llevarla a casa a comer porque aunque la niña apenas tiene tiempo de ingerir algo en casa es más sano lo que ella cocina que lo que le preparan en el comedor escolar: tantas hormonas y tan poca verdura…
Ahora llega corriendo a casa para asegurarse de que para cuando llegue su marido todo estará correcto. El pobre necesita las cosas a su manera porque sin ella está perdido. Luego vuela al trabajo donde se seguirá ocupando de todos los que la rodean pero de una manera discreta, sin que ellos apenas se den cuenta. Ella sí que se dará cuenta de que la de al lado necesita un café pero insinuará que es ella misma la que necesita un alto cerca de la máquina de bebidas y le pedirá compañía; así la compi se toma el café y no se siente mal.
En muchos aspectos es una mártir dedicada a la causa de los otros: lo mismo ofrece apoyo logístico que emocional, o un pañuelo para pedir bandera blanca. Es todoterreno y siempre preocupada por los demás. Y ese es el problema: centra toda su energía en los demás porque no puede centrarse en sí por dos motivos: uno que no necesita nada y otro que se ha perdido a sí misma por darse a los otros. Lo malo es que si le quitan a los otros, ella a estas alturas resulta no ser nadie.
No puede dirigir la vida de los demás. Y no debe. Pero lo hace de forma discreta porque no intenta preocupar o manipular. Más bien todo lo contrario: trata de estar, solucionar y pasar desapercibida. Pero se ocupa de otros en lugar de dejarlos equivocarse solos.
Castaño rojo, flor de bach
Castaño rojo es la flor adecuada para este tipo de personas. Tres gotas de castaño rojo serán suficientes tomadas 4 ó 5 veces al día para saber qué hacer con su vida y dejar a los demás que se equivoquen y sean ellos los que vengan a pedir tiritas en lugar de estar siempre ahí con la UVI móvil a todo trapo.