Protegerse, o no protegerse, ésta es la cuestión. Pero quizá, antes debemos plantearnos si las radiaciones y los móviles realmente nos afectan o no. Nosotros opinamos que “los móviles sí afectan” y también opinamos que “los móviles no afectan”. A nuestro modo de ver las dos cosas son ciertas. A partir de la experiencia contrastada detectamos que “depende”, que dependerá de la persona, del tipo de radiación, del momento, etc. Una parte de la sociedad, de empresas, entidades y científicos sostienen que no está del todo demostrado que las radiaciones nos puedan afectar. También los hay que aseguran que no afectan. Otra parte de la sociedad opina que sí. Por ejemplo:
Desde el 31 de mayo pasado, la OMS, a través de su Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), clasificó oficialmente los campos electromagnéticos de radiofrecuencia como “posible cancerígeno”. Un informe señalaba que la exposición a aparatos y sistemas eléctricos y/o electrónicos, líneas de tendido eléctrico, aparatos inalámbricos y antenas exponen a la población a mayor riesgo de trastornos inmunitarios, Alzheimer, cáncer, alteraciones en la función cerebral.
Una persona afectada por hipersensibilidad (hipersensibilidad electromagnética y ambiental), Isabel Peña, comenta que las casas tienen Wi-Fis, inalámbricos, etc., y que ni fuera de la ciudad se está libre de riesgos, las carreteras y pueblos están sembrados de antenas, repetidores, cables de alta tensión…, y todo ello afecta a personas como ella. Sin embargo opina que está a favor del progreso, aunque no todo tiene que ser inalámbrico, porque supone muchísima radiación”.
El dr. José Francisco Tinao, vicepresidente de la Fundación Vivo Sano (www.vivosano.org), es el primer sorprendido por la proliferación de pacientes con electrohipersensibilidad, trastorno que también puede incluir náuseas, irritabilidad, acúfenos, toses, insomnio y hasta eccemas y otros problemas dermatológicos. Los niños son especialmente vulnerables.
La Asociación Británica de Dermatólogos, también alerta a los médicos sobre la nueva enfermedad que podría producir el móvil si se usa con frecuencia. Se puede llegar sufrir la dermatitis del móvil. El doctor Graham Lowe, de esta misma asociación habla sobre el contacto frecuente de la piel con objetos que contienen níquel. El contacto prolongado o repetido con un teléfono que contiene níquel es más probable que cause una reacción en la piel de los que ya son alérgicos. Éstas son algunas opiniones de diferentes personas sobre el efecto de las radiaciones y de los móviles. Nosotros opinamos que todos tienen su parte de razón. Para argumentarlo en primer lugar diremos que todas las personas que sufren algún tipo de alergia a las radiaciones, que hemos tenido ocasión de tratar, en estos momentos ya no son alérgicas, van con móvil, usan ordenador y no se preocupan de las antenas ni de los Wi-Fis. Ya no sufren ningún tipo de afección.
Un par de observaciones:
– Constatamos que algunas personas que duermen sobre agua tienen afecciones y en ocasiones enfermedades, pero también sabemos que en Venecia, en Ámsterdam, en barcos y en bastantes ciudades de Indonesia muchas personas duermen todas las noches sobre el agua, sea agua corriente o estancada.
– También nos consta que en Chernóbil viven mujeres que, cuando hubo la explosión no se quisieron desplazar ya que lo único que poseen son sus casas, aunque estén situadas en el área de influencia de la radiación.
A estas personas no les ha pasado ni les pasa nada. A raíz de esta observación hay científicos que han experimentado con ratones en la misma zona y han observado que han cambiado su ADN, llegando a no afectarles la radiación. A partir de tales observaciones pensamos que la radiación realmente es cierto que afecta a bastantes personas, pero también es cierto y real que otras no.
¿Y cómo es posible? A nosotros nos parece interesante lo que se explica en la medicina cuántica y lo aplicamos con muy buenos resultados, aunque realmente es muy complicado demostrarlo científicamente (desde el punto de vista de la ciencia newtoniana). El resultado que venimos observando se acerca al 100% de éxito con personas alérgicas a las radiaciones, cosa que nos satisface enormemente (y de forma evidente a los alérgicos les satisface mucho más). Si intervienen aquí aspectos psicológicos, sugestiones, nervios o placebos, aunque tengamos nuestra opinión y no es tema específico de este artículo, no nos preocupa en absoluto: “cura” y la forma de “curar” es barata, simple y efectiva. Mencionamos a continuación algunos conceptos de medicina cuántica que nos han parecido interesantes y que tiene que ver con el tema. Algunos de estos conceptos coinciden también con la medicina oriental que conceptualiza y trabaja desde el estudio de la energía (meridianos, chacras, etc.).
Partimos de que las enfermedades tienen un síntoma y una causa. Si intentamos minimizar el síntoma puede desparecer la enfermedad, o no, dependiendo si la causa sigue activa o ya ha desaparecido. Las enfermedades, opinamos, tienen una importante base emocional y las emociones se pueden localizar, medir y tratar como tales, como emociones. Existen muchas técnicas para conseguirlo.
Un estímulo nos puede producir una enfermedad. El estímulo podría ser de cualquier tipo: un virus, una radiación, una geopatía, o incluso una emoción. Un virus, por ejemplo, no se “come” el ADN, sencillamente lo desordena, o sea nos descodifica, como lo haría también una radiación. Ésto sucede cuando el cuerpo no conoce, no entiende, la información que emite una radiación, o la presencia de un virus. En tal situación los aminoácidos, las proteínas, las células, etc., creados a partir de un ADN desordenado, pueden tener errores de codificación. O sea, podríamos decir que nosotros nos podemos auto-enfermar a partir de un estímulo determinado, que el cuerpo no entiende. Trabajando en esta línea si el ADN de alguna manera “recibe”, “le afecta”, “lee” la información que lo desordena, también podrá “leer” la información que lo reordene. Precisamente técnicas y medicinas orientales se basan en este concepto, consiguiendo resultados constatables (y lo viene aplicando desde hace unos 5.000 años).
Por lo tanto lo que debemos hacer es “informar” al ADN sobre aquel estímulo que lo desordena, porque lo que parece evidente es que cuanto más nos alejemos y nos protejamos del estímulo que nos afecta, en principio más alérgicos seremos. ¿Y, concretamente, el “desorden” del ADN que produce la radiación de un móvil se puede medir? Nosotros no lo hemos podido medir (ya nos gustaría), pero sí hemos podido medir y constatar los efectos de la radiación del móvil en el cuerpo humano. Para ello hemos recurrido a la cámara Kirlian, que es en la actualidad un método que sirve para captar y fotografiar efluviogramas, reflexiones energéticas del cuerpo y se utilizan como método terapéutico para la observación del estado de salud general. Registra los biogramas pudiendo observar el estado de salud y desequilibrios. También se puede monitorizar un tratamiento para conocer su evolución y prevenir disfunciones que de no tratarlas se transformarían en enfermedades o desequilibrios importantes.
Para comprobar el efecto del teléfono móvil hemos hecho pruebas con este sistema. Mostramos gráficas de las pruebas hechas con una persona de 57 años, en buen estado de salud, sin ninguna alergia ni enfermedad. En el momento que se establece la conexión, e inicia la llamada, la cámara ha detectado diversas disfunciones en su cuerpo, pero lo más destacable es que nos indican una importante alteración del movimiento neuronal entre los dos lóbulos cerebrales. Una de las gráficas, la que muestra precisamente esta circulación neuronal entre los lóbulos cerebrales derecho e izquierdo, se convierte en una línea plana, lo que indica que al entrar la llamada, con el móvil en la oreja, se limita la mencionada circulación. Siguiendo la prueba, cuando se establece la llamada, pero con un chip instalado en el móvil, la cámara Kirlian muestra en la mencionada gráfica una la línea ondulatoria, indicando que las neuronas circulan con fluidez y normalidad.
Las pruebas se hicieron con el chip ON&OFF, aunque existen otros sistemas que pueden funcionar para minimizar o eliminar el efecto de las radiaciones sobre el cuerpo humano. De todas formas, puntualizamos, estos sistemas no se basan en influir sobre la radiación en sí, ésta no se minimiza ni se altera, tan solo influyen en la percepción de las radiaciones. Evidentemente cualquier sistema se debe testar, comprobar y efectuar pruebas de diferentes tipos y sobre el máximo de personas para verificar su efectividad. Las personas alérgicas que lo han probado lo pueden testificar.
Para concluir este artículo tan solo diríamos que opinamos que es preferible, si se puede, abrir que cerrar, aprender que proteger y que el mundo se crea a partir de invertir energía, de crear ideas, que todas sirven, sean constatables o no, sean “ciertas” o equivocadas (?), todas sirven para construir, la suma de todo crea nuestra realidad… Ah!, por cierto, opinamos también que las enfermedades no son malas…, bueno…, quizá es tema para otro artículo…
Un comentario en «Móviles y radiación»
Una tecnología relativamente reciente para contrastar datos sobre su afectación a la salud. No obstante, si finalmente se constata que afecta, va a resultar que, al menos para nuestra generación, será tarde.