Flor de Bach – CASTAÑO BLANCO: EL OBSESIVO
En este teatro que llamamos vida creo que hay un personaje que antes o después nos ha tocado interpretar a todos. Se trata de una persona a quien sus ideas mentales le convierten en obsesivo. Y es en ese preciso momento cuando deja de ser persona para convertirse en personaje- Quizás alguien se pregunte cuál es la diferencia entre ambos: la persona utiliza sus emociones para aprender de ellas, superarse y tratar de llegar más lejos. Sin embargo e personaje se deja llevar por ellas, permite que le atasquen e incluso se las cree.
Y cuando una idea o varias se convierten en monotema (a distinguir del multitema de Brezo) desplazamos la energía a la cabeza que en realidad es necesaria para el organismo: agotamos nuestras fuerzas físicas mandándole toda su vitalidad al “mono loco” que tenemos en la cabeza y que nos llena de “tirón” emocional. El mayor error aquí es convertirse en el personaje. Si realmente fuésemos personas nos reiríamos de los juegos de nuestra cabeza y de lo que además de querer hacernos creer, nos creemos que nos hace sentir porque tiene una habilidad especial para darnos tantas vueltas… que nos llegamos a creer el papel y nos convertimos en el personaje.
Cuando esto ocurre el teatro de la vida se pone patas arriba: hemos dejado de vivir las situaciones con la intención de madurar (es decir, hemos dejado de interpretar) para pasar a ser una marioneta de nuestras ideas y las emociones que estas nos crean (nos hemos creído el personaje). Pero lo peor es que nos lo creemos hasta tal punto, le damos prioridad a la mente hasta tal punto que es ella quien decide incluso nuestros sentimientos. Castaño blanco es la flor que nos devuelve a nuestro sitio.
Con apenas unas gotas cada vez que nos demos cuenta de nuestro error (o de nuestro agobio o de la sensación de estar perdidos) podremos volver a tomar las riendas de nuestra vida. Pero lo que en principio parece muy fácil en realidad nos supone un gran esfuerzo. Ese personaje ha entregado tal dominio a la mente que se ha llegado a creer que es la que manda en asuntos del corazón: analiza qué siente y por quién, se plantea el enfoque de los sentimientos del otro: ¿ por qué lo ha hecho?¿qué tipo de persona haría algo así?¿en qué estaría pensando?¿qué se ha guardado en la manga? Todo, todo, debe ir bajo el control de la mente. Y si se mantiene mucho tiempo incluso se plantea que los de su entorno también actúan con intenciones ocultas provocadas por su mente.
Ese círculo vicioso es el que nos dificulta la solución a este problema: cuando por fin creemos que ya no controla y que siente en libertad nos encontramos que es su mente disfrazada la que de nuevo le hace creérselo. Por todo eso el tratamiento de este personaje se basa no solo en la imagen que su mente nos vende sino sobre todo en las demostraciones que hace: si evoluciona con sus ideas y participa haciendo cosas nuevas entonces podemos aceptar su cambio y el triunfo de la persona sobre el personaje.