A casi todos nos gusta ir al cine, o en su defecto, sentarnos cómodamente en el sillón de casa a ver una película y evadirnos un rato. Una dosis de irrealidad para mitigar la a veces cruda realidad.

En los primeros años de este siglo, tal vez por la cercanía del fin del mundo que auguraba el cambio de milenio en la mitología popular, las pantallas se llenaron con producciones de lo que conocemos como “cine de catástrofes”. Ese  género en el que la humanidad tal y como la conocemos desaparece debido a desastres naturales épicos, invasiones extraterrestres, la colisión de un asteroide contra la Tierra, o pandemias de enfermedades imposibles de controlar...

El problema ha llegado cuando “la película” se ha hecho realidad, y no hemos podido levantarnos del sillón, apagar la pantalla y volver a nuestras vidas normales. El problema ha llegado cuando ha ocurrido una de esas cosas “que no pasan nunca de verdad”, y nos ha pillado con el paso cambiado, entre incrédulos y aterrorizados, y hemos descubierto que nuestra ciencia, nuestra tecnología, nuestro sistema de salud... no eran tan infalibles como creíamos, no nos podían proteger de todo.

Y ahora, en medio de esta extraña vuelta a una normalidad que de normal no tiene nada, es hora de preguntarnos si hemos aprendido algo.

Cada uno responderá a esta cuestión según haya sido su experiencia; para algunas personas habrá sido la más dura de su vida, tal vez hayan perdido a personas a las que amaban, sus trabajos, su propia salud... para otras, tal vez el encierro ha sido el parón que necesitaban para reencontrarse, para valorar las cosas buenas que la vida nos regala y que a veces olvidamos agradecer.

Lo que si creo que todos hemos aprendido, en medio del estupor, es que LO IMPOSIBLE OCURRE. Lo lejano llega, lo hipotético puede hacerse real. Y es por esa razón por la que ha llegado el momento, la OPORTUNIDAD, de redimensionarnos como seres humanos.

No podemos ver el virus que ha causado la pandemia, pero si podemos ver la contaminación creciente, los polos derritiéndose, los océanos llenos de plástico, y a más de la mitad de la humanidad pasando hambre. No podemos cerrar los ojos ante esa realidad, ante el planeta colapsando  simplemente porque como especie somos estúpidos y destructivos.

Las consecuencias del Covid-19 nos van a parecer una comedia de humor si no despertamos y cambiamos nuestra forma de estar en el mundo, si no comenzamos desde hoy a poner soluciones a los problemas que nosotros mismos hemos creado, y que pueden sumergirnos en un auténtica película, pero esta vez de terror. Comencemos hoy, mañana será tarde.

RUTH ALDAY. Directora de Vida Natural.