Revista Vida Natural nº 45, edición de Primavera de 2017. Este número se centra en ETIQUETADO ALIMENTICIO ¿SABES LO QUE COMES? e incluye colaboraciones de expertos como Fernando Béjar, Julián Marcilla, Equipo de Nutricionistas de Sbeltary, Montse Bradford, Luis Molero Alfageme, Beatriz Lavado, Mónico Sánchez, etc. La planta medicinal de este número es el TILO.
Editorial, por Ruth Alday
Los seres humanos somos por naturaleza curiosos. Probablemente sea esa curiosidad innata, junto a nuestra capacidad para imaginar, una de las principales características que nos definen como especie. Nos hacemos preguntas; amamos saber, comprender, descubrir los principios y mecanismos que rigen el mundo que nos rodea. El hecho de que lo conocido puede ser predecible nos aporta una sensación de seguridad que nos ayuda a vivir confiados y, en teoría, felices.
Por eso tendemos a pensar que aquello que ha sido analizado, normalizado, y que cumple determinadas reglas preestablecidas y aceptadas por la mayoría, es “bueno”. Y nos olvidamos de nuestra sana curiosidad. Confiamos sin espíritu crítico. Lo hacemos con la política, con el sistema de salud… y con la industria alimentaria. En general asumimos que la legislación sobre producción de alimentos garantiza que los productos que consumimos no son perjudiciales para nuestra salud.
Error. No todo lo que es legal es sano. La CEE, que es quien legisla sobre este asunto, ha ido acotando el etiquetado de los alimentos obligando a la industria a presentar sus productos de forma bastante real. Actualmente podemos disponer de una información muy detallada sobre su composición: ingredientes, alérgenos, semáforos nutricionales… Muchos alimentos llevan etiquetas que proclaman: “Soy malo para tu salud”. Y sin embargo ahí siguen, atrincherados en nuestro carro de la compra.
Es cierto que las estrategias de venta de los productos de alimentación son difíciles de esquivar. Todo, desde el propio envase, pasando por la publicidad y por la ubicación del producto en el punto de venta, están pensados para seducirnos y hacer que lo escojamos. Se calcula que en una compra habitual en una gran superficie, al menos un 10% de lo que elegimos corresponde a “compra por impulso”. Aún ciñéndonos a una “lista”, y comprando únicamente lo que necesitamos, a la hora de escoger entre varios productos, ¿sabemos realmente analizar toda la información que aparece en las etiquetas de los alimentos?, ¿qué significado tiene cada concepto, cómo afecta consumir más o menos cantidades de ciertos componentes alimenticios a nuestra salud?
No, nos quedamos en una primera lectura, en la parte seductora del producto, que nos lo vende como “delicioso”, “nuevo”, “artesano”, “sano”... Cuando realmente, poniendo un mínimo de atención, podemos encontrar en la etiqueta toda la información real y completa que nos interesa para nuestra salud. Muchísimos de los problemas de salud más comunes, empezando por el Colesterol -sobre el que encontraréis un completo artículo en este número-, empiezan con una mala alimentación basada en la elección errónea de alimentos procesados cuando hacemos la compra, simplemente porque no nos molestamos en analizar sus ingredientes. Y es por eso por lo que dedicamos el tema central de nuestro número de primavera a “destripar” el etiquetado de los alimentos.
Como en los préstamos, en alimentación hay que analizar todas las “cláusulas”, porque lo que hipotecamos es nuestra salud. Lee nuestro artículo. Y luego, por favor, lee bien las etiquetas de lo que compras. Sobre todo la letra pequeña.
RUTH ALDAY. Directora de Vida Natural.