Revista Vida Natural nº 41, edición de Primavera de 2016. Este número se centra en COMPLEMENTOS ALIMENTICIOS: CÓMO PUEDEN AYUDARTE A BAJAR DE PESO e incluye colaboraciones de expertos como Fernando Béjar, Julián Marcilla, Equipo de Nutricionistas de Sbeltary, Montse Bradford, Luis Molero Alfageme, Beatriz Lavado, Mónico Sánchez, etc. La planta medicinal de este número es el TÉ VERDE.
Editorial, por Ruth Alday
Ajenos a los ritmos de la naturaleza, y en contra de lo que dicta la lógica y la climatología, unos grandes almacenes nos anuncian desde la pantalla del televisor que ya es Primavera. Y corremos a comprobar si nuestro armario está bien surtido de ropa de temporada, y nuestro cuerpo tiene un aspecto políticamente correcto para empezar a destaparlo... Vamos, nos apresuramos a cumplir con “lo que toca” en el decálogo del buen consumidor en esta época del año.
Como “Homo Consumidor” somos extremadamente influenciables frente a “temporadas”, “ofertas” y “precios especiales”. Vivimos en una sociedad consumista, y creemos falsamente que como nativos de este medio sabemos defendernos con habilidad en él. Y como consumidores expertos, vamos buscando la mejor relación calidad/precio en alimentos y productos, no nos gusta pagar más por algo que pensamos que no lo vale. Tendemos a pensar que el vendedor quiere sacar más margen del que le corresponde por el producto y que una sana competencia acaba poniendo a cada uno en su sitio. No nos paramos a pensar lo que realmente nos cuesta ese producto tan barato.
Jules N. Pretty, de la Universidad de Essex, Reino Unido, plantea que los ciudadanos pagamos tres veces por los alimentos: una al comprarlos, otra al pagar de nuestros impuestos las ayudas agrarias que los gobiernos establecen para controlar la producción y con ella los mercados, y aún otra tercera, cuando intentamos arreglar los efectos nocivos ambientales (incluida la salud personal) que provocan estos sistemas convencionales de producción. Son los denominados costes ocultos o externalidades, propios de los sistemas convencionales de producción, y que son mucho más reducidos e incluso inexistentes si optamos por productos ecológicos y de producción sostenible, aunque en un primer momento su precio nos parezca excesivo.
Los sistemas convencionales de producción de bienes y alimentos, causan efectos graves en la salud tanto de los ecosistemas como de los seres humanos, resultando insostenibles (ambiental, social y económicamente hablando) a corto y medio plazo para las sociedades que los soportan. Y qué decir de la deslocalización de la producción de bienes que propicia la globalización. Disponer de productos nuevos asequibles de forma constante implica también que se dañe el tejido productivo y se pierdan puestos de trabajo en nuestros propios países buscando abaratar los costes de producción, sin tener en cuenta que esos productores “baratos” respeten los derechos laborales y medioambientales. Así pues, la próxima vez que nos sintamos llamados por el deseo de consumir, analicemos con inteligencia y criterio qué y cómo compramos. No nos quedemos en la punta del iceberg.
Y ahora, mientras leemos tranquilamente esta nueva edición de nuestra revista, esperemos que la Primavera de verdad llegue a nosotros. Cuando la naturaleza, que es infinitamente sabia, así lo decida.
RUTH ALDAY. Directora de Vida Natural.