Editorial, por Ruth Alday

Decía Coco Chanel que la belleza comienza con la decisión de ser uno mismo. Yo humildemente añadiría que la belleza REAL reside en la capacidad de amarse a uno mismo, reconociendo y aceptando nuestros defectos y virtudes, y no solo los físicos. Sin embargo, cada vez es más difícil encontrar personas que se sientan realmente a gusto con su aspecto físico. Somos demasiado gordos, o demasiado flacos. Demasiado viejos, o demasiado jóvenes. Nuestros ojos son de un color vulgar, nuestra nariz no está lo bastante recta, tenemos celulitis, arrugas, pecas, estrías…

La publicidad nos bombardea de forma constante con imágenes de perfección que ningún ser humano puede lograr de forma natural. Vivimos esclavizados por un concepto de belleza irreal y superficial. Afortunadamente comienzan a oírse voces que se sublevan y proponen un ideal de belleza sin cánones, basado en la aceptación del propio cuerpo. Es el movimiento Body Positive, que nos invita a enamorarnos de una versión más natural de nosotros mismos, a elegir libremente si queremos seguir una moda o utilizar un producto cosmético, solo si es nuestra propia decisión y no una imposición de la industria. Y sobre todo, aprender a encontrar la belleza que está presente en todas las personas, sea como sea su físico; ese “resplandor” que nos ilumina cuando estamos sanos y contentos con nosotros mismos.

Es por ello que en este número de otoño hemos querido dedicar muchas de nuestras páginas a temas relacionados con la belleza natural. A los productos, técnicas y aptitudes que nos permiten cuidar respetuosamente nuestro cuerpo, amándolo tal como es, permitiendo florecer nuestra propia belleza, única y verdadera. Es de particular mención el artículo sobre los aceites naturales escrito por nuestra colaboradora Xènia Olivas. En él nos explica la esencia de la cosmética natural; la extracción de aceites y esencias del mundo vegetal, que es una vez más el mejor laboratorio, el que consigue fórmulas más perfectas y acertadas. Estos productos -los aceites vegetales y esenciales-, pueden parecer “simples” si los comparamos con los cosméticos complejos a los que nos tiene acostumbrados la industria. Sin embargo, son perfectos en su sencillez. Dan respuesta a cualquier necesidad que pueda tener nuestra piel, cuidándola y mimándola de forma natural.

Basta probarlos para apreciar su valía. Y eso es lo que, retomando el tema de la belleza, deberíamos hacer con nosotros mismos. Reconocer los valores positivos de nuestro aspecto, observarnos en nuestra sencillez, sin artificios impuestos por modas o cánones ridículos. Valorarnos tal como somos. Porque la belleza es subjetiva, pero el amor por uno mismo no lo es. Quererse y respetarse como persona es vital para ser feliz; nadie que no se guste a si mismo consigue realmente gustar a los demás.

Digámonos a nosotros mismos ese conocidísimo eslogan de una famosa marca cosmética -irónicamente muy poco natural-: “Porque yo lo valgo”. Que el otoño sea un agradable y bello paseo amigos.

RUTH ALDAY. Directora de Vida Natural.