botiquín veraniego

Botiquín veraniego de remedios naturales

Bienvenidos el sol y el buen tiempo, las actividades al aire libre en contacto con la naturaleza, las horas compartidas con amigos y familia, el tiempo libre y las deseadas vacaciones. Bienvenido el verano. La época del año en la que disfrutamos de actividades que no solemos hacer el resto del año; para que este cambio en nuestras rutinas no nos cause alteraciones de salud que nos estropeen el merecido descanso, desde Vida Natural os presentamos unos sencillos consejos para organizar un buen botiquín veraniego.

A la hora de hacer la maleta no hay que olvidar los temas relacionados con la salud. La Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp) proporciona unas pautas sencillas para preparar un botiquín de viaje que nos pueda acompañar en las vacaciones y que nos ayude a solucionar cualquier pequeño problema.

  1. Incluir remedios para los problemas más frecuentes durante el verano. Heridas, cortes y rozaduras, problemas digestivos, dolores de cabeza, quemaduras solares, picaduras de insectos, etc., son frecuentes en esta época. Llevar con nosotros los remedios básicos para estos problemas puede ahorrarnos más de un disgusto.
  2. Revisar la fecha de caducidad de todos los productos del botiquín. Desde Anefp advierten sobre la necesidad de renovar los productos del botiquín periódicamente y no utilizar aquellos que llevan mucho tiempo almacenados en los hogares. “Al igual que los alimentos, los medicamentos y los productos sanitarios tienen una fecha de caducidad, y de la misma forma que en verano no se nos ocurriría comer unos huevos en mal estado, tampoco deberíamos utilizar medicamentos. Esta recomendación incluye los protectores solares, que suelen tener una caducidad de 12 meses una vez abiertos. Es posible que una crema solar que guardamos empezada el verano pasado haya visto alterado su factor de protección solar y ya no funcione adecuadamente. Si es necesario tomar medicamentos, es importante saber que alguno de ellos, como los antihistamínicos y los antiespasmódicos pueden tener efectos secundarios si nos exponemos al sol o al calor durante el tratamiento. También hay que tener presente que algunos medicamentos se ven alterados a temperaturas altas y pueden no ejercer bien su función si no se conservan adecuadamente.
  3. Cuidado con lo que comemos y bebemos. En el caso de la alimentación, debemos tener cuidado con los productos que comemos cuando estamos de viaje. Gastroenteritis y alergias alimentarias son evitables con unas sencillas pautas; no conviene ingerir las verduras crudas, así como las carnes y pescados poco cocinados, la fruta hay que pelarla o lavarla antes de comerla y, en general, hay que tener cuidado con los puestos de alimentación ambulantes, (sobre todo en países exóticos), y con las preparaciones que lleven huevo y no cumplan rigurosamente con la conservación en frío -la mayoría de los casos de salmolenosis se producen en verano.
  4. Protección solar e hidratación. La protección solar es necesaria siempre que estemos al aire libre. Además de la crema solar, es conveniente proteger cabeza y ojos si vamos a realizar un deporte al aire libre o una exposición prolongada. Ropa cómoda y holgada, que cubra y deje transpirar, es la mejor opción cuando estamos de vacaciones en la ciudad. La hidratación es fundamental. Cuando hace calor debemos beber más de lo habitual, aunque no tengamos sed –entre un litro y medio y dos litros diários son recomendables con temperaturas superiores a 25ºC-, y siempre antes y después de realizar un esfuerzo físico. Es recomendable evitar las bebidas con alcohol, cafeína o mucho azúcar.Lo primeros síntomas de golpe de calor o insolación incluyen mareos, náuseas, dolor de cabeza y calambres. Ante cualquiera de ellos es recomendable trasladarse a un lugar sombreado y más fresco y beber lentamente una bebida fría. Las duchas de agua muy fría o cambios muy bruscos de temperatura en estos casos pueden ser contraproducentes. Si el malestar persiste lo mejor es acudir al médico lo antes posible.
  5. Cuidados especiales para los niños y las personas mayores. Los niños y las personas mayores son especialmente vulnerables en los meses de calor. Por eso, si viajamos con ellos, debemos tener en cuenta sus necesidades en cuanto a alimentación y cuidado, sobre todo si estos últimos padecen alguna enfermedad crónica. En este caso deberemos incluir su tratamiento en el botiquín de viaje, y si fuese necesario también una copia del historial médico donde se detallen los tratamientos.

Con estas sencillas precauciones podemos evitar “disgustillos” durante las vacaciones, pero si no funciona el “más vale prevenir”, contamos con muchos remedios naturales que podemos incluir en nuestro botiquín veraniego y nos serán de gran ayuda.

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